Hace pocos días
he podido ver una serie de acontecimientos en las noticias que están
relacionadas con esta pandemia que nos ha tocado vivir en todo el mundo; y
estoy seguro que, si hacemos una encuesta sobre la procedencia de este mal
habrá muchos quienes tendrán diferentes teorías entre las cuales podemos
manejar tres: 1) La maldad del hombre ha sido la causa de esta peste mundial;
2) Satanás es el causante de todo este contagio y muertes en la gran mayoría de
países en el mundo; y, 3) Dios es quien está detrás de esta pandemia.
Creo que la
Biblia sustenta la última alternativa: “Dios está detrás de todo este mal
mundial”, no lo digo yo, lo dice la Biblia: “Habrá algún mal en la ciudad el
cual Jehová no lo haya hecho?” (Amós 3:6).
En las
Escrituras también podemos observar que, en los males que Dios manda al mundo, están
Su juicio a las naciones y también Su bondad hacia ellas. Esta es la conclusión
a la que debemos llegar porque las Palabras registradas en el libro del profeta
Amós así lo dicen. Note usted que en los versículos del 4:6 al 4:11 la
Escritura nos habla de los diferentes castigos dados por Dios a un pueblo de
dura cerviz: hambruna (v. 6), sequia (v. 7), vientos y plagas (v. 9) peste (v.
10) y destrucción (v. 11); ¿Cuál era el propósito de estos juicios temporales? Esto
lo leemos al final de los versículos 6, 8, 9, 10 y 11; que el pueblo se vuelva
a Dios, pero como dice la Escritura: ‘mas no os volvisteis a mí’
¿Qué significa
volverse a Dios? Significa ARREPENTIMIENTO (sí, con mayúsculas); pero la idea
falsa en estos días es que se ha llegado a creer que Dios ha enviado esta peste
viral para que las personas OREN ¿Dónde dice eso en la Biblia? En ninguna
parte. De los textos citados del libro de Amós, ese es el propósito de los
males enviados por Dios para juzgar a las naciones.
Pero el
título de este artículo dice: “Coronavirus y Ecumenismo”; y esto es lo que
ahora quisiera pasar a explicar en el contexto de mi país: Perú.
Hace unos
días atrás cuando el presidente de la República dictaba medidas de salida de
las casas con ciertas restricciones en la actual cuarentena (varones unos días y
mujeres otros); dijo al final de su mensaje que su gobierno era uno “inclusivo”
para dejar bien claro que sus políticas consideraban a aquellos que pertenecen
a los movimientos como el LGBT+. Esto tuvo como consecuencia que la policía que
detenía en las calles a los hombres homosexuales en los días que les tocaba
salir a las mujeres, sean objetos de disciplinas y castigos en sus
instituciones. Lo que esta ‘política’ persigue, como todas aquellas
relacionadas con la agenda homosexual, es destruir la conciencia de las
personas, pues ahora los custodios del orden deben reconocer como mujeres a
seres humanos que tienen una próstata, cuyo ADN es el de un varón. No sé cómo
esto podría afectar a un policía que sea un hermano cristiano frente a una situación
como esta, ya que él debería actuar según el sexo de la persona.
El
presidente tiene políticas de gobierno ‘inclusivo’ y Dios está castigando a
nuestra nación por ello.
El ministro
de Salud, un Marxista declarado, ateo teórico y práctico (lo cual lo convierte
en un aborrecedor de Dios) quien es parte de este gobierno ‘inclusivo’ hizo un
llamado a “que cada uno ore a sus dioses”. Entonces tenemos por un lado al
gobernante que promueve todo aquello que Dios aborrece, y también tenemos al
ministro ateo que ahora llama a los religiosos de toda denominación para que
oren a sus dioses por causa de esta pandemia; orar para que sea cortado este
castigo, pero sin el deseo de arrepentirse de sus pecados y volverse al Único y
Verdadero Dios. Orar a todos los dioses es la apuesta para ver si acierta
alguna oración y se detiene la pandemia en Perú. Asombra ver la dureza del corazón
de los hombres, porque ni siquiera la muerte del pueblo los conduce al
arrepentimiento.
David fue
diferente al ver el sufrimiento del pueblo por causa de su propio pecado
Y viniendo Gad a David, le dijo: Así ha dicho
Jehová: Escoge para ti: o tres años de hambre, o por tres meses ser derrotado
delante de tus enemigos con la espada de tus adversarios, o por tres días la
espada de Jehová, esto es, la peste en la tierra, y que el ángel de Jehová haga
destrucción en todos los términos de Israel. Mira, pues, qué responderé al que
me ha enviado. (1Cr 21:11-12)
Y alzando David sus ojos, vio al ángel de
Jehová, que estaba entre el cielo y la tierra, con una espada desnuda en su
mano, extendida contra Jerusalén. Entonces David y los ancianos se postraron
sobre sus rostros, cubiertos de cilicio. Y dijo David a Dios: ¿No soy yo el que
hizo contar el pueblo? Yo mismo soy el que pequé, y ciertamente he hecho mal;
pero estas ovejas, ¿qué han hecho? Jehová Dios mío, sea ahora tu mano contra
mí, y contra la casa de mi padre, y no venga la peste sobre tu pueblo. (1Cr
21:16-17)
Lo que
hicieron los ‘líderes’ evangélicos fue aceptar la invitación de este gobierno
que no quiere (de ninguna manera) arrepentirse de su pecado contra Dios. Es el
tiempo del mensaje de Cristo cuando inició Su ministerio: “El tiempo se ha
cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; ARREPENTÍOS, y creed en el
evangelio. (Marcos 1:15 – Mayúsculas añadidas)
¡Que diferente
a la predicación del profeta Elías para encarar el pecado del rey Acab, o la de
Juan el Bautista para predicar contra el pecado del rey Herodes, o la de Pablo
para predicar al gobernador Félix su pecado!; hoy día, por el contrario, las
iglesias les prestan sus púlpitos desde donde se predica la Palabra de Dios a
ateos, a políticos liberales que están en favor del aborto, de la homosexualidad,
etc. ¿Dónde dice que debemos orar junto a los sabelianos, a los arrianos, a los
ruselitas, a los papistas, a los mormones, etc.?; ¿Cuál profeta hizo eso, o cuál
apóstol?
La Biblia
nos enseña la actitud del profeta Jonás ante la tempestad desatada por Dios a
causa de su desobediencia:
Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno
clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para
descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se
había echado a dormir. Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué
tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de
nosotros, y no pereceremos. (Jon 1:5-6)
El apóstol
Pablo escribe:
No os unáis en yugo desigual con los
incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y
qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O
qué parte el creyente con el incrédulo? (2Co 6:14-15)
Juntarse
con incrédulos para interceder ante Dios para que levante el castigo por el
pecado en el que los gobernantes insisten de forma tenaz y en rebelión abierta
contra el Señor, no tiene ningún sustento en las Sagradas Escrituras; yo me
pregunto ¿No conocen ellos la Palabra de Dios? ¿No se dan cuenta que con su
ejemplo ecuménico se convierten en piedra de tropiezo para los profesantes de
la fe cristiana? Estos ‘representantes evangélicos’ han debido de seguir el
ejemplo bíblico del Señor, de los profetas Elías y Juan el Bautista y del apóstol
Pablo; ellos han debido predicar el evangelio y llamar al arrepentimiento a
estas autoridades incrédulas y promotoras de agendas contrarias a la Palabra de
Dios.
Es un
tiempo de ARREPENTIMIENTO, para luego orar a Dios pidiéndole perdón y
misericordia, eso hicieron los profetas del Antiguo Testamento, los apóstoles
del Nuevo Testamento, y es lo que el Señor hizo durante Su ministerio terrenal:
Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; Y QUE SE PREDICASE EN SU NOMBRE EL ARREPENTIMIENTO y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. (Lucas 24:45-47 Mayúsculas añadidas)