martes, 16 de abril de 2013

Oír Algo Nuevo


“Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo”

(Hechos 17:21)

 Vivimos en una época donde hay un gran deseo por aquello que es nuevo y diferente. La tendencia parece ser que aquello que es viejo debe irse porque lo nuevo debe ser mejor. El mundo constantemente desea cambios y nosotros no nos sorprendemos por ello porque nada de lo que el mundo provee, nunca podrá satisfacer al alma humana. Pero lo que es alarmante es la manera en que estas tendencias han invadido a la iglesia. Han traído tantos estragos a aquellas iglesias que alguna vez se mantuvieron temerosas ante la verdad bíblica y donde el evangelio de gracia fue claramente proclamado, ellas ahora han llegado a ser casi irreconocibles. Tales deseos son los síntomas de un descontento profundo con la iglesia que ha sido dada por Dios.

El Paraíso

Nosotros vemos esta triste característica en el mismo nacimiento de la historia humana. Nuestros primeros padres fueron puestos por Dios en el paraíso, un ambiente perfecto, pero pronto el tentador vino a ellos con la sugerencia que ellos podían tener algo más, algo diferente, algo mejor que el estado en que Dios los había puesto; y de esa manera el pecado entró en el mundo.

Israel

Nosotros podemos seguir en la historia bíblica y pensar en Israel en el desierto. Ellos tenían lo que Dios les había proveído – mana del cielo – pero pronto ellos estuvieron insatisfechos y neciamente desearon aquello que fue parte de su estado de esclavitud. “Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos... Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ... nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano” (Num 11:5-6; 21:5)

No mucho tiempo después siguió la rebelión de Coré, Datán y Abiram. Coré era un levita, uno de la tribu que asistía a los sacerdotes en sus tareas y tenía muchos privilegios. Pero él no estaba satisfecho con aquello, él quería un cambio, él quería más, algo diferente, algo nuevo – él quería el sacerdocio mismo. Moisés le dijo a él: “¿No os es suficiente que el Dios de Israel os haya separado del resto de la congregación de Israel, para acercaros a sí, a fin de cumplir el ministerio del tabernáculo del SEÑOR, y para estar ante la congregación para ministrarles, y que se te ha acercado a ti, Coré, y a todos tus hermanos, hijos de Leví, contigo? ¿Y pretendéis también el sacerdocio?” (Num 16:9-10)

Moisés

Moisés reconocía este deseo peligroso de cambio, cuando él hace un resumen de la conducta de los israelitas durante los cuarenta años en el desierto. Él dijo: “Ellos abandonaron al Dios que lo hizo, y menospreció a la Roca de su salvación. Le provocaron a celos con dioses extraños, con abominaciones le provocaron a ira. Ofrecieron sacrificios a ... dioses nuevos que vinieron recientemente, a los que vuestros padres no temieron. Despreciaste a la Roca que te engendró, y olvidaste al Dios que te dio a luz. (Dt 32:15-18)

El Arca

Mucho después, en los días de David, cuando el Arca del Pacto estaba siendo traída a Jerusalén, la orden divina para transportarla – en los hombros de los levitas – fue abandonada y en su lugar se lee que: “Y llevaron el arca de Dios de la casa de Abinadab en un carro nuevo, y Uza y Ahío guiaban el carro” (1Cr 13:7) El resultado de ello fue que Uza tocó el Arca y el Señor lo hirió. Posteriormente, David se aseguró que el Arca fuera transportada de la manera correcta, diciéndole a los levitas: “Puesto que no la llevasteis la primera vez, el SEÑOR nuestro Dios estalló en ira contra nosotros, ya que no le buscamos conforme a la ordenanza” (1Cr 15:13)

Una extensa parte de la historia siguiente de Israel es un triste registro de sus fallas en preservar y atesorar todo lo que Dios les había dicho a ellos y sus desviaciones para seguir las prácticas del mundo que les rodeaba. Todas sus desviaciones les trajeron problemas y juicios terribles sobre ellos.

Los Apóstoles

En los días de los apóstoles descubrimos que las iglesias pronto comenzaron a escuchar a aquellos quienes les imponían prácticas que no estaban autorizadas por la Escritura; de hecho, una serie de las epístolas de Pablo fueron escritas para tratar con tales problemas.

Posteriormente, la historia de la iglesia nos da diferentes ejemplos de esta tendencia venenosa, pero la situación de hoy parece haber alcanzado proporciones incomparables.  Nosotros vemos ahora un deseo casi frenético por cosas nuevas – nuevas versiones de la Escritura, nuevos himnarios, nuevos estilos de predicación, nuevos métodos de evangelismo, nuevos enfoques de adoración caracterizados por lo que podemos llamar “una actitud amigable y familiar” la cual por lo general degenera en una profana y, a veces, en una situación totalmente descontrolada. Hay una insatisfacción con la manera ordenada y reverente en la cual la iglesia ha adorado por siglos, y muchos ahora parecen ser ley absoluta para ellos mismos en la cual la novedad, y no la Escritura, es el rey.

Si no fuera  porque creemos en la soberanía de Dios y de cierto conocimiento que El obra todas las cosas para el bien de Su iglesia y para Su gloria, el estado de la iglesia profesante y mucho del evangelicalismo moderno nos llevaría a la desesperanza.

Locura

Podemos resumir diciendo que una especie de locura ha vencido a muchas iglesias hoy, una locura que las conduce a comportarse en formas que para muchos de nosotros parece incomprensible y casi increíble. Pero aunque tal comportamiento parece ser una característica peculiar de esta presente era, nosotros encontramos una situación bíblica, hace tiempo, en la cual un líder respetable del pueblo de Dios actuó en una forma irresponsable y malvada.

Aarón

Me refiero a Aarón, quien malvadamente cedió a las demandas de los israelitas mientras Moisés estaba lejos en la montaña recibiendo la Ley de Dios. ¿Puede usted creer lo que hizo Aarón? Parece que alguna locura se hubiera apoderado de él. A pesar que era un líder, actuó de una manera totalmente irresponsable y en respuesta al deseo tonto del pueblo, él hizo un becerro de oro. Antes de ello construyó un altar y luego hizo una fiesta para el Señor. Como si pudiera comportarse de una forma vil y todavía creer él que podría dirigir al pueblo en la adoración de Jehová.

¿No debió Aarón mantenerse firme? ¿Qué clase de líder fue él para ceder a la demanda popular y dar paso a la agitación carnal? Él era un buen hombre, un hombre piadoso; pero en esta ocasión él demostró una debilidad lamentable. Aunque fuera un buen hombre, él no era un Moisés. El falló cuando el momento de crisis llegó. Y sus excusas fueron tristemente débiles, por lo que Moisés dijo: “¿Qué te ha hecho este pueblo para que hayas traído sobre él tan gran pecado? Y Aarón respondió: “No se encienda la ira de mi señor; tú conoces al pueblo, que es propenso al mal. Porque me dijeron: ‘Haznos un dios que vaya delante de nosotros’;...y yo les dije: ‘El que tenga oro, que se lo quite’. Y me lo dieron, y lo eché al fuego y salió este becerro” (Exo 32:21-24)

Aarón quería dar a entender que él no era realmente responsable., pero nosotros leemos en Éxodo 32:4 que “él los tomó de sus manos y les dio forma con buril, e hizo de ellos un becerro de fundición. Y ellos dijeron: Este es tu dios, Israel, que te ha sacado de la tierra de Egipto” Esta fue una locura de primerísimo orden, y la gran ira de Dios se observa claramente en las palabras que encontramos en Deuteronomio 9:20 donde Moisés le dijo al pueblo: “Y el SEÑOR se enojó tanto con Aarón que quiso destruirlo; y también intercedí por Aarón al mismo tiempo”

La Necesidad

Hay una gran necesidad hoy por líderes como Moisés en la iglesia. Hombres que se mantengan firmes, hombres que no se dejen llevar por falsas doctrinas ni por la oposición, ya sea que éstas vengan desde dentro de la iglesia o fuera de ella.

Palabras Fuertes

Los días en los cuales vivimos son muy similares a aquellos en los cuales vinieron palabras duras de muchos de los profetas. Isaías se dolió en sus días y se lamentó: “Se ha vuelto atrás el derecho, y la justicia permanece lejos; porque ha tropezado en la plaza la verdad, y la rectitud no puede entrar.  Sí, falta la verdad, y el que se aparta del mal es hecho presa.  Y lo vio el SEÑOR, y desagradó a sus ojos que no hubiera derecho.” (Isa 59:14-15) Tales palabras son siniestramente aplicables a la situación en la cual nos encontramos hoy. Vivimos en días de presiones tremendas, las cuales hacen constantemente grandes demandas sobre nosotros, y necesitamos orar ardientemente por aquella gracia por la cual nos capacita a nosotros para “que podamos resistir en el día malo (Ef 6:13) Para resistir hasta aquel día cuando Dios mismo, quien es el Único que tiene el derecho, haga “todas las cosas nuevas” (Ap 21:5)


[Escrito por Rev. F.J. Harris – Traducido por Guillermo de Lama]

jueves, 11 de abril de 2013

El Declive del Cristianismo de Hoy: Rodando Cuesta Abajo


La “Controversia del Declive” fue una de las disputas más significativas en la vida del pastor Charles Spurgeon, la cual tuvo lugar casi al final de la existencia de este valiente predicador Inglés; quien en el último año de su vida escribió, refiriéndose a la enfermedad que tuvo: “Estar libre de todos los enredos eclesiásticos es para el ministro cristiano una bendición que vale la pena sea cual sea su costo, a pesar de que una enfermedad casi fatal podría ser contada como parte del precio”

Son muchos los ministros que en los últimos años están llevado su atención a los escritos que se publicaron por medio de la revista “La Espada y el Cucharón” (The Sword and the Trowel), considerando que la iglesia de hoy viene atravesando por otro declive que, aunque puede parecer una coincidencia por la similitud en las situaciones actuales con las que acontecieron hace más de 130 años atrás, es en realidad la repetición de las estrategias de aquel que busca que la iglesia del Señor sucumba en el error doctrinal y espiritual y cuya consecuencia es una vida falta piedad genuina y desviada de la voluntad de Dios.

En esta primera publicación, de una serie de no sé cuántas, quisiera compartir lo que se escribió en la mencionada revista en el año 1887:
Algunos de los ministros retuvieron su solidez calvinista y la pureza de carácter en sus vidas, y éstos, como una regla, dieron prominencia a las doctrinas del evangelio, y fueron celosos en sus ministerios. Pero algunos abrazaron los sentimientos arminianos, mientras otros profesaron un camino medio, y se llamaron a sí mismos “Baxterianos”. Éstos mostraron, no solamente menos celo por la salvación de los pecadores, y, en muchos casos, menos pureza o rigor de vida, sino que ellos adoptaron una corriente diferente en la predicación, que residía más en los principios generales de la religión, y menos en las verdades vitales del evangelio...

Aquellos que fueron realmente ortodoxos en sus sentimientos fueron muy a menudo poco exigentes e infieles en cuanto a presentar ministros herejes en sus púlpitos, así como para escoger a sus asistentes o predicadores ocasionales...

El reverendo Stephen Towgood y el señor Walrond, ministros ellos, fueron ambos reconocidos como ortodoxos; pero el reverendo Micaiah Towgood, un arriano declarado, fue escogido asistente de ellos. Los viejos ministros predicaron la doctrina evangélica, pero ellos complacieron con demasiada facilidad a los deseos de su nuevo colega, y cesaron en requerir una declaración de fe de la Divinidad de Cristo en aquellos quienes buscaban su admisión a la mesa del Señor. Triste decirlo, ellos continuaron trabajando en paz, los viejos hombres repartiendo el “Vino del Reino” y el “Pan Vivo”, mientras que el joven ministro entremezclaba sus “brebajes racionalistas” y su “levadura socianista”

¿Vivimos la misma situación en nuestros días? Es posible que a primera vista no notemos las similitudes de las situaciones que se vienen dando hoy con las que se dieron hace más de un siglo. Yo observaba dos situaciones en particular que resaltan en nuestros días. La primera está relacionada con “una predicación que reside más en los principios generales de la religión, y menos en la verdades vitales del evangelio” En los últimos años podemos notar una tendencia a buscar “mayor terreno en común” entre los evangélicos de diferentes denominaciones y tiendas teológicas, que nace de movimientos cuyos líderes están comprometidos con actividades y movimientos que promueven el ecumenismo denominacional, y aun el ecumenismo con Roma. El objetivo es tratar de reducir al mínimo lo que los cristianos deben creer para “poder trabajar juntos por el evangelio” y para alcanzar este objetivo resulta necesario eliminar las viejas Confesiones Reformadas como la Bautista de 1689 y la de Westminster, entre otras que dan suma importancia a todas, repito: a "todas" las doctrinas contenidas en las Sagradas Escrituras: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. (2Ti 3:16-17)

El argumento es el mismo que en su oportunidad utilizó George Calixto (1586-1656) y que Justo González describe en su obra “Historia del Cristianismo” bajo el capítulo “Jorge Calixto y su Sincretismo”. Aquí algunas notas de la mencionada obra:
Con ese proyecto en mente, Calixto estableció una distinción semejante a la de Melanchthon entre lo fundamental y lo secundario. Todo lo que está en las Escrituras ha sido revelado por Dios. Pero no todo tiene igual importancia. Lo fundamental y absolutamente necesario es lo que se refiere a la salvación. Lo demás es también importante, pues es parte de la revelación divina, y por tanto no podemos desentendernos de ello. Pero no es fundamental.

La doctrina de la justificación por la fe es un ejemplo de esto. Esa doctrina se encuentra indudablemente en las Escrituras. Pero no forma parte de la fe común de la iglesia en los primeros siglos. En consecuencia, aunque es importante, no ha de exigirse de todos, como si quien no la creyera fuera hereje.

De ese modo, Calixto esperaba llegar a un mayor entendimiento y aceptación mutua entre los cristianos de diversas confesiones. Por ello se le ha considerado uno de los precursores del movimiento ecuménico.
Otra de las situaciones semejantes al tiempo del pastor Spurgeon y el nuestro está lo relacionado con “Aquellos que fueron realmente ortodoxos en sus sentimientos fueron muy a menudo poco exigentes e infieles en cuanto a presentar ministros herejes en sus púlpitos”

Esta actitud es muy evidente en nuestros días que vivimos “las fiebres de las conferencias”. No vamos a decir que estamos en contra de todas ellas; pero debemos examinar quienes son los expositores que se invitan para exponer “la sana doctrina” en aquellos eventos. ¿Quiénes son ellos? Aquí encontramos a “predicadores” que sostienen algunas doctrinas ortodoxas; pero que también afirman otras doctrinas que son heréticas tales como: “la evolución teísta” que sostiene un balance entre la ciencia y la Biblia y que niega la creación en seis días literales; otros niegan “la justificación solo por fe” y han abrazado posiciones teológicas heréticas nuevas como “la visión federal de la justificación”; otros son “abiertamente ecuménicos y pragmáticos”; otros son vulgares con sus palabras desde el púlpito, que promueven el uso de tatuajes, el consumo de cerveza, perversiones sexuales, entre otras cosas; la lista sería muy extensa para este espacio tan corto.

¿Es posible que un predicador-maestro de las Escrituras sea 50% “Sana doctrina” y 50% “doctrina hereje”? ¿Debemos considerar a tal persona como “falso maestro”? ¿Debemos escuchar a una persona que reúne estas cualidades en su teología y ministerio? ¿Debemos seguir a los predicadores que invitan a estos hombres a sus conferencias? Como alguien antes preguntó: ¿Es realmente necesario desenmascarar a estas doctrinas como herejías y al liberalismo como mentira? ¿No podemos ver lo bueno en estas cosas y cooperar con esta gente?

En el libro “La Separación y la Obediencia” se presenta una pregunta muy oportuna y que exige una respuesta de nuestra parte:
¿Está algún lector involucrado en una alianza denominacional en la que se está identificando con falsos maestros, les está otorgando reconocimiento, y los está alentando? ¿Está alguno cooperando con los tales maestros en algún programa evangelístico? La separación de los falsos maestros no es la opinión de los hombres sino lo que Dios exige de nosotros; y si vamos a serles fieles (a Dios) debemos obedecerle.
Spurgeon fue en su tiempo “la voz que clamaba en el desierto”, Dios nos llama a ser lo mismo para nuestros días.

lunes, 8 de abril de 2013

La Contextualización del Evangelio (Parte 1)


En estos días he estado leyendo muchos artículos que hablan de la necesidad de “contextualizar el evangelio a esta era posmoderna” después de los cuales pude darme cuenta que son muchos los ministros y creyentes que creen en este nuevo método de presentar el evangelio de Jesucristo y algunos lo están implementando en sus iglesias. La verdad es que esto se está convirtiendo en el “boom” de nuestros días; lamentablemente muchos pastores, y líderes siguen una filosofía “dirigida por la novedad” o “por quien es el pastor que lo dice” más que por lo que las Escrituras establecen. Como un pastor ya lo ha dicho “el contraste real en un modelo de ministerio competente no es lo tradicional versus lo contemporáneo; sino lo escritural comparado con lo no-escritural”

A fines del año anterior, en el número de “The Pulpit Magazine”, se incluyó un artículo muy extenso acerca de este tema, cuyo autor es el pastor Phil Johnson del Ministerio Gracia a Vosotros. Al principio estuve pensando en redactar una entrada algo extensa, donde podría incluir los pensamientos de este pastor; pero luego dije que sería mejor traducir todo el artículo (10 paginas A-4) que fue publicado en idioma Inglés, para los hermanos que quieren oír otra opinión sobre este tema de la “contextualización del evangelio”

Por ello, me tomará algunas semanas ir trabajando en las traducciones, pero aquí les quiero compartir la primera parte y espero que, no solamente la disfruten, sino que comparen los argumentos con las Escrituras:
¿Contextualización? Por Phil Johnson (Parte 1)
Muchas personas argumentan que el apóstol Pablo es el mismísimo modelo de un ministro estratega postmoderno, y que Hechos 17 es el clásico pasaje narrativo donde podemos ver su genio por una asimilación cultural en todo su perfecto esplendor.
 ¿En serio? Vamos a ver cómo se desarrolla este capítulo.

En Hechos 17, Pablo predica a la aristocracia intelectual de Atenas. La narrativa incluye uno de los clásicos ejemplos de la predicación del evangelio en el Nuevo Testamento. Es un ejemplo especialmente útil de cómo confrontar la falsa religión, la filosofía secular, y el elitismo académico en un escenario evangelístico. Y todo esto tiene lugar en el propio terreno de los filósofos. Esta es una de las porciones más conocidas del libro de los Hechos, pero es también una de las secciones más abusadas de toda la Escritura. Se ha convertido en el pasaje favorito de aquellos que insisten que si nosotros no buscamos (o creamos) mucho terreno común, en tanto sea posible, entre la iglesia y la cultura no estamos contextualizando propiamente el evangelio.
Pablo se mezcló dentro de la cultura”, ellos dicen. “él adoptó la visión del mundo y el estilo de conversación de sus oidores. El observó su religión, escuchó a sus creencias, y aprendió de ellos antes de intentar alcanzarlos. El nunca intentó ofenderlos refutando lo que ellos creían. En lugar de ello, él tomó sus ideas del dios desconocido, abrazándolo, y usándolo como un punto de inicio para su mensaje acerca de Cristo. Pablo en su sermón en el areópago incorpora todos los elementos principales del ministerio misionero postmoderno: cultura, contextualización, conversación, y caridad.
En realidad, Pablo no usa ninguna de esas estrategias – al menos no en la forma en que ellas han sido definidas y empacadas por los “creadores de tendencias” de hoy.

Pablo era valiente y hablaba claro. Él era contra-cultural, confrontacional, seguro, y (según los estándares atenienses) era de “mente cerrada”. El ofendió a un número significante de la elite intelectual ateniense. Él se marchó de ese encuentro sin ganar la admiración de la sociedad en general, sino con un grupo muy pequeño de escogidos convertidos al Señor.

Ese es el acercamiento bíblico al ministerio público. Usted no mide el éxito o el fracaso por cómo quedó la multitud complacida al final de la reunión. Un mucho mejor barómetro es si los signos de convicción son vistos en los que han oído. Y a veces una reacción negativa fuerte es el resultado de los aspectos convincentes del evangelio. De hecho, cuando los incrédulos se marchan sin arrepentirse de sus pecados y sin abrazar a Cristo, una reacción manifiestamente hostil, puede ser el mejor indicativo que el mensaje fue entregado con claridad y precisión. Una ronda de aplausos y un torrente de buenos deseos de parte de la multitud de mundanos agradecidos, significa que no han escuchado el evangelio para nada.

Nosotros estamos tentados a pensar que cuando la gente rechaza el evangelio es porque nuestro trabajo de presentación ha sido muy pobre. Algunas veces eso puede ser verdad, pero no es necesariamente la verdad. El evangelio es una seria piedra de tropiezo para muchos incrédulos, y ellos con frecuencia se ofenderán o se pondrán enojados cuando el evangelio se les es presentado. Usted simplemente no puede proclamar el verdadero evangelio clara y fielmente si una de sus principales metas es que nadie se moleste por ello. No tenemos derecho de darle una nueva forma al evangelio para que sea más aceptable a los gustos mundanos.

Podemos aprender mucho a partir de lo que el Señor Jesús hizo en Juan 6. Enfrentando un éxodo masivo de Sus discípulos, el Señor no estuvo preocupado acerca de hacer algo para parecer más “agradable” El presionó el mensaje con más claridad y más candor que nunca.

Eso es exactamente lo que Pablo estaba haciendo en el libro de los Hechos capítulo 17. Él no estaba tratando de ganar el respeto de los filósofos de aquella ciudad; él estaba confrontando sistemáticamente sus falsas creencias con la verdad. Él estaba atacando los mismísimos fundamentos de la totalidad de su visión del mundo.

Oposición en todas partes

Debemos tener en mente todo el capítulo 17 del libro de los Hechos cuando leemos sobre el ministerio de Pablo en Atenas. El capítulo comienza de un relato de cómo el ministerio de Pablo terminó en Tesalónica. El evangelio había ofendido tanto a la población judía, que sus líderes, deliberadamente, provocaron disturbios civiles con el fin de desacreditar a Pablo. Como resultado, Pablo no pudo ministrar más públicamente en Tesalónica sin la amenaza de un motín. Así que se marchó para Berea encubierto por la noche (v.10)

En Berea, Pablo no pasó desapercibido. El comenzó a proclamar el evangelio en la sinagoga y también en la plaza pública de allí. Por lo tanto, Lucas dice: “Pero cuando los judíos de Tesalónica supieron que la palabra de Dios había sido proclamada por Pablo también en Berea, fueron también allá para agitar y alborotar a las multitudes” (v. 13)

En otras palabras, el equipo misionero de Pablo tuvo que esconderlo de nuevo. Claramente, Pablo no estaba ganando la admiración general y la popularidad de las organizaciones en las culturas donde él estaba predicando el evangelio. La gente seguía con el deseo de matarlo.

Pablo no podía regresar ni a Tesalónica ni a Berea, porque sus enemigos en aquellas ciudades estaban determinados a desbaratar cualquier ministerio que él haga. Entonces “Los que conducían a Pablo lo llevaron hasta Atenas; y después de recibir órdenes de que Silas y Timoteo se unieran a él lo más pronto posible, partieron” (v. 15)
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La próxima semana, con la ayuda de Dios, estaré traduciendo más de este interesante artículo que habla sobre un tema nuevo y desconocido, que a la luz de las Escrituras no tiene base bíblica.

martes, 2 de abril de 2013

El Pastor como un Defensor de la Fe


El día de ayer estaba viendo un video, que pertenece a una serie relacionada con “El Oficio del Pastor”, o “Ministerio Pastoral”, o “Teología Pastoral” que ha subido al internet  el Seminario Bautista Reformado. Las lecciones cubren desde la persona del pastor, hasta los deberes y funciones de un pastor. Estos cursos son obligatorios para todos los candidatos a la ordenación pastoral. Dentro de esta serie hay una lección que lleva por título “El Pastor como un Defensor de la Fe” que fue dictado de una manera muy interesante por el pastor Tom Ascol, y es precisamente de este tema que es necesario escribir en nuestros tiempos.

Algunas personas piensan que ser un “buen pastor” significa permanecer en “estado vegetativo” cuando se asoman las falsas enseñanzas dictadas y practicadas por personas que se han apartado de lo que conocemos como ortodoxia, o sana doctrina y práctica. En ese sentido, cuando un pastor alza la voz para alertar acerca del error doctrinal que acecha a la iglesia, es de esperar que surjan argumentos que buscan “neutralizar” tal voz, y cuando los argumentos y las evidencias no pueden ser rebatidos con las Escrituras, los ataques deben concentrarse en “la persona” del pastor, llegando en algunos casos a cuestionar el llamamiento al ministerio del siervo quien cumple su función como atalaya.

Uno de estos argumentos errados invoca a 1 Timoteo 3:3 que dice “el siervo de Dios no debe ser contencioso”; evidentemente que el nuevo sentido que se le quiere dar al conocimiento de este requisito ha tenido que ser torcido de su significado bíblico. El significado de “contencioso” según la palabra griega es: “un golpeador, una persona violenta, un maldiciente (en sentido figurado), uno que al reprochar o reconvenir hiere las conciencias de los hermanos, un pendenciero” eso es lo que un pastor no debe de ser.

Por eso ahora es importante hacernos la pregunta ¿Qué tiene que ver ser “no contencioso” con defender la fe? No tiene nada que ver una cosa con la otra, los argumentos que intentan relacionar ambos conceptos son argumentos engañadores.

Muchas veces los hermanos llegan a creer estas invenciones considerando que no conocen cuales son las tareas de un pastor, las cuales pueden ser resumidas en: “alimentar, guiar, corregir, confortar y proteger a las ovejas” ¿Proteger a las ovejas de qué? Sí, usted ha respondido bien: “también protegerlas de las enseñanzas y prácticas que se han apartado de la sana doctrina”

Claro que aquí también debe ser mencionado el carácter idolátrico de algunos que se manifiesta de diferentes maneras: Está el tipo de cristiano que “se niega a creer” lo que sus ojos ven y sus oídos escuchan con relación a su predicador favorito, de quien aprendió muchas doctrinas que son sanas pero que ahora se ha torcido de la ortodoxia. Y por otro lado está el cristiano que dice “solamente si el predicador fulano de tal dice que esta doctrina es errónea, lo voy a creer”

El cristianismo de hoy se caracteriza por su compromiso incondicional con los hombres, más que un compromiso absoluto con Cristo, Su Palabra y Su rebaño.

En esta parte quiero citar un ejemplo. En Marzo del 2009 se llevó a cabo “La Conferencia para Pastores”, evento del ministerio Gracia a Vosotros del pastor John MacArthur; donde el pastor Phil Johnson predicó un sermón, ante toda la audiencia de pastores, que lleva por título “La Pornificación del Púlpito” (sí, de la palabra pornografía) exponiendo a Mark Driskoll como lo que un pastor no debe ser ni hacer en el púlpito. ¿Estaba siendo el pastor Phil Johnson “contencioso”? ¿O estaba exponiendo las enseñanzas falsas, libertinas e irreverentes de Mark Driscoll con el objetivo de prevenir al rebaño del Señor? En este ejemplo quiero incluir a otra persona quien llamó a la Iglesia de Driscoll como “Rated ‘R’ Church” una palabra en inglés que se utiliza para censurar a las películas que se exhiben en los cines como “películas estrictamente para adultos” ¿Quién dijo eso? Lo dijo el Dr. John Macarthur ¿estaba siendo contencioso? ¿Queda descalificado del ministerio por advertir a la iglesia del Señor lo peligroso que es el ministerio de Mark Driscoll?

En el libro “Ministerio Pastoral, cómo ser un pastor bíblico” del Dr. John MacArthur y la facultad del seminario Masters, Richard L. Mayhue escribe en la página 272 lo siguiente, y traduzco:
Proteger al rebaño de creyentes de Cristo del peligro espiritual es una de las tareas pastorales más descuidadas hoy en la iglesia. Además de la comisión espiritual de ser centinelas para vigilar sobre Su rebaño dirigiéndolos hacia la verdad y justicia, Dios ha encargado a estos guardianes a proteger el rebaño del error doctrinal y del pecado personal. Ezequiel 3, 33 y Hechos 20 proveen una instrucción clara en el por qué y el cómo ser un pastor vigilante. Los pastores del rebaño serán buenos siervos e imitadores obedientes del Gran Pastor cuando ellos regularmente vigilen y adviertan la invasión de peligros espirituales.
Esa es la tarea del verdadero pastor, sea éste muy famoso o sea nada conocido; Dios no hace esa distinción para la tarea pastoral.

Por supuesto que eso tiene un precio, nadie ha dicho que sea fácil ni que se vaya a convertir en alguien muy popular; más bien va a ser todo lo contrario, usted debe estar preparado para quedarse solo, para recibir infamias, calumnias, etc. ¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques (Jer 45:5)

En esta parte quiero reflexionar sobre el punto de quedarse solo. Nosotros vivimos en el tiempo de la tecnología donde se han creado “comunidades virtuales” conformadas por personas que nunca han visto sus rostros unos a otros, que no conocen sus testimonios de vida cristiana, que nunca se han abrazado entre ellos, que jamás han llorado o gozado juntos; son amistades “virtuales”, vivimos en días que ya no se busca a la mujer “virtuosa”; sino a una mujer “virtual” a quien nunca se le ha acariciado la mano, y donde algunos han llegado a creer hasta en la idea de una “iglesia virtual”

¿Realmente debemos preocuparnos porque personas que nunca han visto nuestro rostro, con quienes ni siquiera hemos hablado por teléfono, nos retiren su “amistad virtual” porque exponemos el error doctrinal? (bueno sería que me retiren sus “amistades virtuales” por blasfemar contra el evangelio, no porque se “toca” las herejías de sus ídolos) ¿Son los “amigos virtuales” (a quienes quizás nunca hemos conocido en persona, y nunca vamos a conocer) más reales que Cristo, a quien hemos visto por medio de los ojos de la fe?

Es verdad que algunos, y yo mismo, hemos conseguido algunas amistades verdaderas por medio de las redes sociales, quienes no están de acuerdo conmigo en todo, pero que nos tratamos con respeto y amor de hermanos ¿pero 1 entre cuántos?

En nuestros días al pastor que advierte, como buen atalaya, acerca de las enseñanzas contrarias a la Escritura, se les califica como “juzgadores”, “criticones”, “arrogantes”, “divisionistas”, etc. Pero yo quiero decirles lo siguiente: Hermanos pastores, hay un juicio que no va a ser virtual; sino real, donde el Señor  sacará a la luz las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de manifiesto los designios de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de parte de Dios:
Que todo hombre nos considere de esta manera: como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, además se requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel. En cuanto a mí, es de poca importancia que yo sea juzgado por vosotros, o por cualquier tribunal humano; de hecho, ni aun yo me juzgo a mí mismo. Porque no estoy consciente de nada en contra mía; mas no por eso estoy sin culpa, pues el que me juzga es el Señor. Por tanto, no juzguéis antes de tiempo, sino esperad hasta que el Señor venga, el cual sacará a la luz las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de manifiesto los designios de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de parte de Dios (1 Corintios 4:1-5 LBLA)
William Hendriksen comenta sobre el versículo 5 de la siguiente manera:
Nótese de que Pablo da a sus lectores un mandamiento enfático, que literalmente lee: «antes del fin del tiempo, no juzguéis nada». Al vincular la consumación del mundo con la venida del Señor, ordena a los creyentes a que terminen con las críticas. No quiere decir que tienen que dejar toda actividad de juzgar. ¡Por supuesto que no! Cuando un pastor o maestro deja de apegarse a la verdad de la Palabra de Dios y vive y enseña lo que es contrario a las Escrituras, la iglesia está en el deber de juzgarlo. Pero Pablo les prohíbe que critiquen a la persona cuya conducta y enseñanza están en armonía con la Biblia. Cuando Jesús vuelva—y nadie sabe cuándo lo hará—entonces todos los creyentes tomarán parte en el juicio.
Estoy completamente seguro (como que Cristo viene) que aquel día, se pondrá de manifiesto los verdaderos motivos de los corazones de cada uno de nosotros que estamos en el ministerio pastoral; y como dice Hendriksen, habrá en aquel día muchos testigos que conocerán la verdad de nuestras intenciones.