Por Thomas Watson – “Las Bienaventuranzas”
Bienaventurados los puros del corazón, porque ellos a Dios
verán. (Mat 5:8) – Versión Jünemann
La Moralidad Externa
no es pureza de corazón. Una persona puede estar vestida de grandes virtudes
morales como la justicia, la caridad, la prudencia y la templanza – y sin
embargo ir para el infierno.
No debemos descansar en una mera moralidad externa.
Un puerco puede ser bañado, y continuar siendo un puerco.
La Moralidad baña
a un hombre, la Gracia lo cambia.
La Moralidad puede brillar a los ojos del mundo, pero es tan
diferente de la pureza como un pedrusco es diferente de un diamante.
¡La Moralidad es tan solo esparcir flores sobre un cadáver!
¡Un hombre que es muy moral, es tan solo un diablo domesticado!
¡Cuantos han hecho de la moralidad su “salvador”!
La Moralidad los condenará, así como el vicio condena.
Un barco puede hundirse con oro, así como con estiércol.
La persona moral, aunque no cometerá pecados asquerosos; sin
embargo no será sensible a los pecados del corazón. Él no está preocupado por
la incredulidad, la dureza del corazón, los pensamientos vanos. Él aborrece los
pecados asquerosos, no los pecados que el evangelio expone.
¡La serpiente tiene una apariencia muy hermosa, pero tiene
un aguijón mortal! De la misma manera, el moralista es aparentemente recto,
pero tiene una antipatía secreta en contra de los caminos santos de Dios.
No se debe descansar en la moralidad, el corazón debe ser
puro.
Dios quería que Aarón lavara las partes internas del
sacrificio (Levíticos 9:14)
La moralidad solo lava lo externo, lo interno
debe ser lavado.
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