jueves, 28 de septiembre de 2017

¡La iglesia no es una Democracia!: Cristo es la Cabeza, no los pastores




Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones. Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos. (1Sa 8:4-7) 

Esta es una enseñanza acerca de una doctrina muy importante, que no podremos cubrirla en su totalidad, pero que tiene el propósito de recordar que Cristo es la Cabeza de la Iglesia y recordar también las implicancias doctrinales y prácticas de este enunciado.

La doctrina de la iglesia es una doctrina de suma importancia, vivimos días en que aun personas que dicen que son confesionales, que afirman nuestra Confesión de Londres de 1689 pero en realidad no la entienden, nunca la han leído ni la han estudiado, pero se presentan como personas “Confesionales”; y digo esto porque cuando llega el momento en que los principios de la Escritura, que son recogidos temáticamente en nuestra Confesión, son completamente olvidados.

La iglesia no es un organismo donde no vayan a surgir problemas, la iglesia va a tener problemas: problemas doctrinales, problemas en la disciplina, problemas en la conducta de los miembros; pero todos esos problemas deben ser resueltos según el Consejo del Señor traído a nosotros por medio de la Biblia.

Cristo es la Cabeza de la Iglesia; los pastores no lo son, las ovejas no son la cabeza de la iglesia, los movimientos para-eclesiásticos no son la cabeza de la iglesia.

Hace poco en Perú se presentó una crisis política por la cual el viaje del presidente Kuczynski podía suspenderse si es que la mayoría del Congreso de la República, quienes son los representantes del pueblo escogidos democráticamente, no lo aprobaba por una votación en mayoría.

Por otro lado, también observamos otra crisis política en Venezuela, donde su presidente ha asumido el control absoluto, de tal forma que se afirma que la democracia ya no existe en aquella nación.

De igual forma, casi todos sabemos la manera en que una empresa privada es dirigida, para establecer sus metas, sus políticas, etc., y es por medio de la junta de accionistas quienes deben votar democrática y abiertamente (según la sabiduría y conocimiento de cada uno de ellos) para los diferentes asuntos relacionados con la vida de su empresa, tales como escoger o remover a un gerente (o representante), entre otras cosas; en todo caso, lo que la mayoría vote, es lo que se debe hacer.

Lamentablemente, estos modelos de “democracia”, y en algunos casos de “autocracia”, son llevados a la vida práctica de una iglesia cristiana, donde se ha llegado a creer que los miembros de la iglesia, (que pueden ser comparados con los congresistas de un estado, o con los accionistas de una empresa), pueden y deben votar democráticamente en todo los asuntos relacionados con la iglesia de Cristo; en nuestro ejemplo también podemos igualar esta “falta de democracia” cuando el pastor asume una identidad de “gobernante dictador” para todos los asuntos de la iglesia de Cristo, una especie de autocracia.

Quisiera que comencemos haciendo las definiciones de ciertas palabras que, lamentablemente, se han convertido en la forma de gobierno en la Iglesia del Señor:

La iglesia no es una democracia, porque esta palabra se define como.- la soberanía y gobierno expresado por lo que una mayoría escoja o deje de escoger; lo que manda la mayoría se tiene como autoritativo – La iglesia no es una democracia. 

La iglesia no es una autocracia donde una sola persona humana gobierna sin someterse a ningún tipo de limitación y con las facultades de promulgar y modificar leyes a su voluntad – La iglesia no es una autocracia.

La iglesia no es una aristocracia, donde el poder descansa sobre un grupo de determinadas personas por encima de otras; es decir, el gobierno basado en el poder económico de algunos, o sobre la intelectualidad de otros – La iglesia no es una aristocracia.

La iglesia no es una eclesiocracia, donde un grupo determinado de sacerdotes o laicos son los soberanos quienes toman las decisiones en los asuntos de la iglesia – La iglesia no es una eclesiocracia.

¿Cuántos de estos modelos de gobierno encontramos en muchas iglesias locales de nuestros días?; pienso que en muchas de ellas, y lo digo con mucha tristeza; porque son muchas las que han destronado a Cristo de Su trono, no con sus credos declarados –no con sus palabras, sino en la vida práctica, de tal forma que algunas de ellas tienen en la práctica un gobierno democrático, otras un gobierno autocrático, otras un gobierno aristocrático y otras son una eclesiocracia.

Como digo, tal vez uno mismo no reconozca uno de estos modelos de gobierno en su doctrina, pero lo son en la práctica.

La iglesia es una teocracia, esta es una palabra que hemos escuchado tal vez en una lectura o en una conversación, y ella no se encuentra como tal en las Sagradas Escrituras, pero el concepto existe en ellas.

Cuando decimos la palabra “teocracia” pensamos inmediatamente en el significado de esa palabra por medio de dividirla: “Teo” significa “Dios” y “krateo” que significa “gobierno”; es decir, una teocracia significa el gobierno de Dios, el cual si lo aplicamos a la iglesia local, decimos que Dios (Cristo) es quien gobierna la iglesia.

¿Es verdad esto en su iglesia local?

¿Es cierto que es Cristo quien gobierna en todos los asuntos de fe y práctica por medio de Su Palabra, la Biblia?

¿Se toman todas las decisiones en la iglesia local aplicando los mandamientos y principios de la Palabra de Dios?

La definición de la palabra “teocracia”, que ya hemos dicho no se encuentra en la Biblia como tal, este término apareció por primera vez cuando el historiador judío Flavio Josefo escribe contra Apión; la Enciclopedia Rialp dice de ello:
«violentando el idioma», dice él mismo, para distinguir el régimen político-religioso judío de los otros coetáneos (monarquía, oligarquía, democracia, etc., conforme a la clasificación típica de Platón, Aristóteles, Polibio, Cicerón, etc.; V. GOBIERNO III). «Nuestro legislador -añade- no se fijó en ninguno de esos sistemas de gobierno sino que... instituyó la teocracia, situando en Dios el poder y la fuerza»
La Escritura del Antiguo Testamento nos enseña que, en esta forma de gobierno teocrático, se coloca a Dios como el que gobierna a su pueblo hebreo, por medio de Su siervo Moisés, en primer lugar:
Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel. (Éxodo 25:22)
Dios gobernaba sobre Su pueblo hebreo, dándoles a ellos la Palabra de Sus mandamientos por medio de Moisés; quien fuera un profeta, pero no un rey.

La iglesia debería llamarse más precisamente como una “Cristocracia”: el gobierno de Cristo sobre su iglesia, dándoles a Su pueblo, Su Palabra y mandamientos por medio de Sus pastores. Aquí hablamos de pastores llamados y ordenados al ministerio de una manera bíblica.

Cristo es la Cabeza de la Iglesia, y ésta es una declaración bíblica:
porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. (Efesios 5:23) y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; (Colosenses 1:18)
En 1 de Corintios 12, la Palabra de Dios habla de un cuerpo humano, como una analogía de una iglesia local: habla de una mano, de un ojo, de una oreja; y en ese sentido, nos habla de una forma ilustrativa de iglesias locales, ya que es imposible aplicar este ejemplo a una iglesia universal, o a un conjunto de iglesias regionales, aquí se nos habla de una iglesia local donde hay un cuerpo unido a una cabeza, quien es Cristo, el Único quien tiene autoridad, poder y control sobre el cuerpo; como repito: la iglesia local.

Y aquí es donde nosotros encontramos una importante enseñanza: “un cuerpo que está separado de la cabeza, en lo natural, es un cadáver que está en estado de putrefacción”; lo mismo aplica para el plano espiritual: la asociación de un grupo de personas que no se encuentren unidas a Cristo: no es una iglesia Nuevo Testamentaria. Ya lo dije antes: “la iglesia es una congregación de personas, pero no toda congregación de personas es una iglesia”

La Cabeza y el cuerpo, es una ilustración que nos instruye acerca de la sujeción y dependencia de la iglesia a Cristo como Cabeza.

Pero alguno puede decir: “nosotros estamos funcionando como una iglesia: tenemos servicios, tenemos servicio de oración, tenemos santa cena, evangelizamos, etc.”; pero estimado, todo eso no significa que tal grupo de personas sean una iglesia. Acuérdese de este pasaje:
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. (Mat 7:22-23)
Aquí está hablando de un grupo de personas que hacían muchas cosas en el nombre de la religión, como un cuerpo que aparentemente estaba vivo, pero que en realidad estaba muerto Como puede ser eso?

Yo pensaba en una analogía en lo natural: en lo físico también se puede observar que hay algunos cuerpos que pueden moverse aun cuando ya no tienen cabeza. Por ejemplo un pollo, usted le corta la cabeza y lo suelta ¿Qué va a pasar?, va a pasar que el pollo – estando prácticamente muerto - puede seguir caminando y corriendo sin cabeza (por un tiempo) como si estuviera vivo, pero en realidad es un ser que ya está muerto:
Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto (Apocalipsis 3:1)
Lo que quiero decir, es que algunas veces, y de forma imperceptible, aparecen  “cabezas artificiales” en la iglesia local, las cuales se han colocado sobre una congregación, quitándole a Cristo su autoridad, poder y control.

Un primer ejemplo lo vemos en el papa romano, a este individuo se le llama “la cabeza de la iglesia”, seguido de sus obispos, cardenales, etc. tal vez podemos decir que ello no ocurre en las iglesias evangélicas, pero creo que deberíamos de meditar un poco más seriamente en esto, antes de afirmarlo.

Quisiera poner un ejemplo en este punto, por medio de una sencilla pregunta: ¿Quién gobierna Inglaterra? ¿La reina? ¿O el parlamento?; creo que usted ya sabe la respuesta a esta pregunta: La reina es una reina que no gobierna. Ahora quiero llevar esto a sus mentes con la siguiente explicación: me ha tocado estar en reuniones donde pastores, diáconos, líderes y hermanos, se han reunido para resolver diferentes problemas de la iglesia: ¿Qué es lo que se hace en esas reuniones? al inicio de la reunión hacen una oración para pedir la dirección de Dios en los asuntos que se van a tratar, para luego dejar de lado la Biblia y usar sus débiles mentes, y su pobre sabiduría humana, para resolver los problemas de aquella iglesia local. Al final de la reunión, donde no se abrió la Biblia en ningún momento, se procede a la “votación democrática” Dígame usted ¿No convierte esto a Cristo en un Rey que no gobierna? ¿Acaso esto no le quita a Cristo su autoridad, poder y control sobre Su iglesia? ¿No pone esto a la “directiva eclesiástica” o al “concilio pastoral” como la cabeza de una iglesia local?

Cualquier reunión donde no se abra la Escritura, se le dice al Señor: "Usted se calla la boca, y nosotros somos los que vamos a decidir aquí” ¿Cuántas veces hemos visto que los problemas de la iglesia se resuelven con la Biblia cerrada?

Y esto que he referido, lo he visto en algunos casos, y en otros he sabido que se practica en iglesias Bautistas Independientes. El resultado ya se puede prever cuando el hombre le quita a Cristo Su lugar como Cabeza de la iglesia local; y la solución no está en una pluralidad de pastores, ya que ellos mismos se pueden convertir en “las cabezas artificiales” de cualquier iglesia local. Seguramente que ellos pueden pensar que lo que deciden “es lo mejor para la iglesia de Cristo”; pero ponerse como la cabeza de la iglesia local, y tomar decisiones fuera de lo que el Señor dice por medio de Su Palabra, es pecado.

Los pastores no son la cabeza de la iglesia.

Hay pastores que se convierten en los dictadores de la iglesia local. Aquí hay que detenerse un momento para pensar lo siguiente: ¿Quién es un dictador? Según el DRAE es “una persona que se arroga (se atribuye) o recibe todos los poderes políticos extraordinarios y los ejerce sin limitación jurídica… y que abusa de su autoridad o trata con dureza a los demás”

Hay que tener cuidado aquí, tal vez un pastor que esta contendiendo por la fe, puede ser tomado como alguien que trata con dureza a los demás; hay que saber hacer distinciones según la Biblia. Por ejemplo Pedro reprendiendo a Simón el Mago: “Tú no tienes parte ni suerte…” ¿Es duro, no?; o cuando el apóstol Pablo dice a la iglesia: “Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros” ¿Es duro, no?; sin embargo, ellos no estaban actuando como dictadores.

Un pastor que es un dictador, es alguien quien crea sus propias leyes; un pastor dictador se reconoce porque abandona la Palabra de Dios, o la interpreta de manera distinta o privada; ellos las imponen y llegan al castigo contra los que no se sujetan a sus ordenanzas personales. Aquí podemos recordar a Diótrefes:
Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia. (3 Juan 1:9-10)
William Hendriksen tiene el siguiente comentario acerca de Diótrefes:
Es un líder en la iglesia local y usa su posición de liderazgo para su provecho egoísta. Juan escribe que a Diótrefes “le gusta ser el primero”. En vez de servir a la iglesia, esta persona orgullosa es egoísta y se niega a reconocer una autoridad superior. Él mismo quiere gobernar la iglesia. En consecuencia, Diótrefes rechaza la supremacía apostólica de Juan.
Tristemente, hay muchos quienes en su maldad deliberada han propagado una enseñanza falsa acerca del verdadero carácter de un “Diótrefes” en la iglesia local, expandiendo un argumento por el cual afirman que “todo creyente que practica la separación primaria o secundaria, es un Diótrefes”; sin embargo, la Biblia no enseña eso, sino que enseña claramente que obedecer ese mandamiento de la separación primaria y secundaria, es la muestra del amor que un creyente ofrece a Cristo: “si me amáis, guardareis mis mandamientos”

Un pastor es un “Diótrefes” cuando destrona a Cristo como la cabeza de la iglesia local, ocultando, torciendo y enseñando mal la Palabra de Dios; un “Diotrefes” tiene el espíritu del diablo “quien quiso poner su trono por encima del trono de Dios”; es decir, poner sus leyes personales por encima de las leyes dadas por Dios.

Cristo es la Cabeza de la iglesia, los pastores no lo son.

Los pastores debemos tener mucho cuidado de nosotros en cuanto a este tema que es muy fundamental, recordando cada uno “no tener más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Ro 12:3); considerando la actitud de Gedeón, quien supo ocupar el lugar que le correspondía en medio de una victoria, y respondió de esta forma al pueblo que lo presionaba para que sea “el rey de ellos”:
Mas Gedeón respondió: No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: Jehová señoreará sobre vosotros. (Jueces 8:23)
Cristo es la Cabeza de la iglesia, los pastores no lo somos.

Cuando se presentan circunstancias y problemas dentro de la iglesia local, nosotros tenemos el ejemplo de las Escrituras que nos enseñan que, los hombres designados por Dios para el ministerio, siempre van a buscar la voluntad de Cristo en cuanto a todos los asuntos de la iglesia.

Pero en nuestros días, cuando se presentan momentos en los que se necesitan resolver problemas de la iglesia local, ¡cuántas veces hemos escuchado frases como las siguientes!: “¿Qué piensa usted, hermano?, ¿qué cree usted que debemos hacer en este asunto?; en su experiencia como pastor ¿Cómo debemos manejar esta situación?; pastor ¿Cuál es su opinión en todo esto que sucede?” Yo tengo esta pregunta: ¿El hermano o el pastor son los que tienen que decir cómo se debe resolver tal o cual problema?

¿Cómo actuaba la iglesia del Nuevo Testamento en los asuntos relacionados con ella misma? Quisiera traer el ejemplo, entre muchos, de la elección del sucesor de Judas el traidor, que se registra en el libro de los Hechos:
Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, (Hechos 1:24)
Aquí los apóstoles no se pusieron ellos mismos como “Cabezas” de la iglesia del Señor ¡Ellos buscaron la dirección de Dios! La Escritura no dice que Pedro se levantó y comenzó a preguntar: “Juan, ¿Cuál te gusta como sucesor de Judas el traidor?”; o “Mateo, ¿cuál crees tú que puede desarrollarse mejor en el puesto de apóstol?”; o “hermanos, hagamos una “votación democrática” y escojamos nosotros al sucesor”; ¡Absolutamente no!; mi pregunta es ¿sigue la iglesia de Cristo el mismo ejemplo de Sus apóstoles? Los apóstoles no eran la cabeza de la iglesia, Cristo lo es.

Sin embargo en nuestros días, esta regla no se aplica para la elección de los pastores para una iglesia local; la iglesia no pide dirección a Dios para saber si aquel candidato es el escogido por el Señor; sino que aparecen las palabras humanas: “yo creo que tal hermano debería ser el pastor…”; “a mí me parece…”, “a mí me gustaría que tal hermano…”; ¡cuántas veces hemos caído en este error!

Otra forma en que la iglesia ha “votado democráticamente” para destituir a Cristo como Cabeza de Su iglesia, es la elección de los “predicadores referentes” para que la iglesia local sea dirigida. Este es un fenómeno que es muy recurrente en nuestros días, en que la piedad y la santidad verdadera se tienen como despreciables, pues ellas no dejarán que la iglesia “pueda crecer” en el número deseable. Esta forma de decapitar a la iglesia de Cristo y poner otra “cabeza artificial” para dirigir los destinos en doctrina y práctica, se consigue con el consentimiento democrático de los miembros de una iglesia; en algunos casos estos “referentes” son presentados por los mismos pastores de la iglesia local, quienes consideran y promueven al “pastor famoso referente” y sus enseñanzas, como “si se consultase la mismísima Palabra de Dios” Pero esta actitud no es nueva, no hay nada nuevo debajo del sol; observe por usted mismo este versículo:
Y el consejo que daba Ahitofel en aquellos días, era como si se consultase la palabra de Dios. Así era todo consejo de Ahitofel, tanto con David como con Absalón. (2 Samuel 16:23)
Las opiniones de Ahitofel eran consideradas como si Dios mismo hubiese sido consultado por medio del “pectoral del juicio Urim y Tumim” (Ex 28:30); es decir, la infalible Palabra de Dios había sido reemplazada por la insegura palabra del hombre; más aun, por la palabra de un hombre cuyo testimonio final demostró que ni siquiera fue un creyente verdadero:
Pero Ahitofel, viendo que no se había seguido su consejo, enalbardó su asno, y se levantó y se fue a su casa a su ciudad; y después de poner su casa en orden, se ahorcó, y así murió, y fue sepultado en el sepulcro de su padre. (2 Samuel 17:23)
Tal vez un ejemplo emblemático de nuestros días, en que la iglesia ha seguido el consejo del hombre que contradice la Palabra de Dios, lo encontramos en el tristemente célebre “triaje teológico”, aceptado sin ningún esfuerzo, pero defendido ardientemente, por los pastores y las ovejas de nuestros días.

Cuando Cristo fue preguntado acerca del más grande mandamiento, Él respondió citando los primeros cuatro mandamientos de la Ley Moral de Dios:
Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. (Mateo 22:37)
Matthew Henry comenta diciendo:
Un intérprete de la ley preguntó algo a nuestro Señor para probar no tanto su conocimiento como su juicio. El amor de Dios es el primer y gran mandamiento, y el resumen de todos los mandamientos de la primera tabla.
Es decir, el primer gran mandamiento para Dios incluye una adoración regulada por Su Palabra, así como guardar el día del Señor según la forma en que Dios mismo instruye en las Sagradas Escrituras ¡Esas serian doctrinas de primer nivel, de acuerdo a lo que Cristo – la Cabeza de la Iglesia – dice!; pero ahora se nos ha dicho de que tales mandamientos no son de primer nivel, sino de niveles más bajos, de tal forma que ellos no estorben una comunión física entre las iglesias ¿A costa de qué? A costa de quitar mandamientos que son primeros para Cristo y reemplazándolos por mandamientos que son primeros para los hombres; es decir, aquello que para Dios es primero, el hombre lo ha llevado a un rango inferior, invalidando el mandamiento ¿No es esto quitar a Cristo como la Cabeza de la iglesia y poner al hombre en su lugar? ¡Claro que sí!
Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. (Marcos 7:9)
Sin embargo, y hay que decirlo con mucha tristeza, hay oficiales y miembros de iglesias locales que han tomado decisiones basados en el “voto democrático” que han terminado causando mucho daño al Cuerpo del Señor, un daño espiritual imperceptible hoy, que terminará menoscabando la causa de Cristo. He escuchado esta justificación: “Esto estaba decretado por Dios” ¡por supuesto que todo está en el decreto de Dios, absolutamente todas nuestras decisiones! pero no todas nuestras decisiones son aprobadas por Dios.

Así es como hay pastores que decapitan a la iglesia, quitándole su Cabeza que es Cristo.

El hecho que un pastor no sea bien apreciado dentro de una iglesia local (o fuera de ella), no significa que el tal sea un mal pastor, la Biblia es la que juzga si el tal tiene una actuación bíblica, si aquel ministro ejerce un ministerio bíblico. Por eso es que el voto de las personas no debe tener importancia en estos asuntos de refrendar un ministerio y un ministro.

En los tiempos de declive espiritual, el pescado comienza a descomponerse por la cabeza; es decir, las iglesias comienzan el declive desde los pastores. Un triste ejemplo de esto es el que encontramos en unas de las publicaciones de la “Controversia del Declive” de los días de Spurgeon, quien en Marzo de 1887 escribió exponiendo a pastores quienes eran ortodoxos en sus opiniones pero que también fueron laxos e infieles al presentar a ministros herejes en sus púlpitos, ya sean como sus propios asistentes o como predicadores invitados:
De esta forma fueron introducidas las herejías arrianas y socinianas en las congregaciones Presbiterianas de la ciudad de Exeter. El reverendo Stephen Towgood y el Sr. Walron, ministros de aquella iglesia, tenían reputación de ortodoxos; pero el reverendo Micaiah Towgood, un arriano declarado, fue escogido como el asistente de ellos. Los viejos ministros tuvieron que cesar de requerir una declaración de fe en la divinidad de Cristo en aquellos quienes se acercaban a la mesa del Señor. Estos hombres viejos, continuaron su labor en paz con aquel joven “ministro” y su levadura sociniana.
¿Usted puede imaginar a un pastor ortodoxo, reformado, teniendo como pastor asistente a un sociniano, o a un arriano?

¿No es así en nuestros días?

¿No se nos llama a ser tolerantes y dejar de lado doctrinas que no son esenciales? Hoy día se promueven a hombres que, influenciados por la mal llamada ciencia, niegan la creación en seis días literales; se colocan como referentes para las iglesias a hombres quienes convocan una unidad entre los redimidos del Señor con los seguidores del papa anticristo ¿No es eso ecumenismo?; se nos anima a no oponernos a quienes promueven una adoración mundana (contemporánea) al Dios Santo; a no defender la Ley Moral de Dios (especialmente el Cuarto Mandamiento); se nos llama a no contender contra quienes enseñan oraciones contemplativas místicas, de los católicos romanos y anti escriturales; se le presenta a la iglesia como predicadores de sana doctrina a aquellos “predicadores famosos” quienes niegan que Cristo sea el Único Camino al Padre ¡Hay videos que lo demuestran!; ¿Y qué dice la iglesia de hoy a “las cabezas artificiales”(sus pastores) quienes de forma disimulada – o abierta – los conducen por ese camino? 

En nuestros días, como en los de Spurgeon, ya no se requiere una confesión de fe en aquellas doctrinas.

Entiendo que este tema es mucho más profundo de lo que hasta ahora vengo exponiendo, pero quisiera hacer un corto resumen de esta parte diciéndoles: Cristo es la Cabeza de la iglesia, y ello excluye un “voto democrático” de pastores o miembros, para tratar los asuntos relacionados con el desarrollo moral de la misma. Cristo es la cabeza de la iglesia, los creyentes más piadosos del mundo no lo son. Debemos sujetarnos y depender del Señor en cuanto a los asuntos relacionados con la salud y el bienestar de la iglesia, de lo contrario, nos convertiremos en instrumentos que pueden traer desgracia y destrucción a los creyentes; pero sobretodo, seremos instrumentos del menoscabo del evangelio y sus doctrinas.

Finalmente quisiera traer a esta enseñanza el aspecto negativo del “voto democrático” guiado por las pasiones carnales y diferentes concupiscencias.

¿Qué pasa cuando un pastor se planta firme en cuanto al cumplimiento del mandamiento divino establecido en las Escrituras e interpretado según la interpretación ortodoxa e histórica?, ¿Qué pasa con ese pastor?; los pastores estamos llamados a actuar con justicia exponiendo y aplicando la Palabra del Señor, sin importar sentimientos o relaciones humanas; un pastor será juzgado por cada decisión no tomada conforme a las Escrituras. ¡Y esto debe hacernos temblar!

El papel del pastor no es fácil; algunos creen que es ir al seminario, aprendo un poco de teología ¡y ya soy pastor!; eso es mentira.

Cuando un pastor se mantiene firme en cuanto al cumplimiento del mandamiento divino establecido en las Escrituras y revalidado según la interpretación ortodoxa e histórica, dicho pastor no se ha convertido en la cabeza de la iglesia, ni en un dictador, sino que representa a la Cabeza que es Cristo en el gobierno de la iglesia del Cordero. Está demás decir que un pastor que actúe afirmado en los principios bíblicos, tendrá muchos problemas en el ejercicio de su oficio pastoral, algunas “ovejas” hasta tratarán de crucificarlo. ¡Sí, cuando un pastor es firme aparecerán ovejas que querrán destruirlo!

Esta es una verdad de todos los tiempos, incluyendo en nuestros días. Los pastores que aplican en la iglesia los mandamientos y principios enseñados por el Señor en Su Palabra, serán despreciados; especialmente cuando se trata de asuntos disciplinarios, cuando es necesaria la expulsión de los miembros que “en sus propios ojos son limpios y piadosos” y aunque existen mucho de eso en nuestros días: el descrédito, la calumnia y la infamia aparecerán contra el pastor cuya conducta es aplicar lo que la Palabra de Dios enseña, voy a compartir el siguiente ejemplo de la historia.

¿Sabía usted que Jonathan Edwards fue expulsado como pastor de su iglesia en Northampton por la mayoría de los miembros que la conformaban?

¿Qué fue lo que hizo que se llegue a ese final?

Esto ocurrió en el año 1750, cuando el pastor Edwards impidió que pasen la cena del Señor muchos miembros que no daban evidencia en sus vidas que la gracia salvífica había llegado a ellos; es decir, tales personas tenían características de vida impías por las cuales, según la Palabra de Dios, no debían ser admitidos en la comunión de la cena del Señor.

El pastor Jonathan Edwards le dijo a ese grupo mayoritario de hombres y mujeres: “ustedes no me van a pasar la cena del Señor” ¡tremendo ¿no?! Si nosotros tuviéramos pastores como Jonathan Edwards en nuestros días, que se pare firme entre la mesa del Señor y la congregación y diga: fulano no pasa, sutano no pasa, este grupo no pasa la cena del Señor ¿Qué creen ustedes que pasaría con ese pastor?

Es evidente que esta actitud de Edwards despertó el odio de ellos porque fue un hecho público, esas personas a quienes él impidió que pasen la cena ¡le aborrecieron!; los tales eran miembros quienes no veían en ellos mismos las marcas del pecado, las tinieblas y la impiedad en sus vidas.

¿Fue bíblica la actitud del pastor Jonathan Edwards, de no dejar pasar la cena a hombres en cuyas vidas no era evidente la gracia de la salvación? ¡Por supuesto que fue bíblica! Entonces, ¿Por qué tenía que someterse este asunto a una votación? ¿Por qué?

Pues este asunto fue tratado en una “votación democrática” por la membrecía de aquella iglesia local, y en esa membrecía estaban aquellos a quienes Edwards no dejó pasar la cena del Señor. En aquella “votación democrática” solamente el 10% de los miembros respaldó al pastor Edwards y un 90% estuvo en desacuerdo con él; el resultado de dicha votación fue que el gran teólogo y pastor fuese expulsado de aquella iglesia donde había servido fielmente, durante 20 años, a la causa de Cristo.

¿Era la voluntad de Dios que el pastor Edwards fuera despedido de aquella iglesia?

¿Fue considerada la Palabra de Dios, con tiempos de oración y ayuno, durante este proceso de controversia y censura?

En esta controversia, fue aplicado el dicho que reza de la siguiente manera: “el enemigo de mi enemigo, es mi amigo” Jonathan Edwards se hizo el enemigo de cada uno de ellos, que por una razón pecaminosa u otra, no se les permitió la comunión con Cristo en la cena del Señor.

“El pastor Edwards estaba en las manos de una iglesia airada”, una iglesia que había dejado de lado la Palabra de Dios para seguir sus propios deseos y pasiones, pero se encontraron con un pastor que no estaba dispuesto a “seguirles la corriente” y que prefirió la expulsión antes que tener comunión con aquellos quienes estaban dentro de la iglesia visible, pero no eran parte de la iglesia invisible de Cristo.

Esto sucede cuando la iglesia tiene una membrecía no regenerada en su mayoría, y es el tema para nuestro siguiente estudio.

Cristo es la Cabeza de la iglesia, y ello excluye un “voto democrático” de pastores o miembros, para tratar los asuntos relacionados con el desarrollo moral de la misma.

Este tema es mucho más amplio, y pienso que hasta ahora ha quedado establecido que los pastores no son la cabeza de la iglesia cristiana; y aunque los Bautistas practicamos un gobierno congregacional, esto no significa que la iglesia local es una sociedad democrática; esto debe tenerse presente.

Cristo es la Cabeza de la iglesia, es nuestra Cabeza y debemos regirnos por lo que Él ha establecido por Su Palabra escrita, según la sana interpretación ortodoxa e histórica de la misma.

Cristo es el Salvador y el Señor de Su iglesia, rechazarlo como Señor es también rechazarlo como Salvador.

viernes, 8 de septiembre de 2017

Barbas, tatuajes y otras cosas Reformadas


Si usted se encontrase en la calle con la persona de la fotografía de este corto artículo, mientras camina de paseo con la familia, y si su hijo pequeño le preguntare a usted: “papi: ¿esa persona es cristiana?” - ¿Qué le respondería usted a su hijo?

Creo que solamente hay dos respuestas posibles: 1) él es un redimido del Señor; o 2) él no es creyente. Pero en nuestros días hay una tercera respuesta: 3) No lo sé hijo mío.

Y yo no voy a negar que haya personas, tanto arminianas como calvinistas, que dirían a su pequeño con toda seguridad “sí es un creyente, amado hijito”

El arminiano diría que es un “cristiano carnal” y la base para decir que “sí es un redimido del Señor” la apoya en los siguientes hechos: 1) hizo su decisión por Cristo, por medio de la oración del pecador, 2) acude frecuentemente a los servicios dominicales, 3) conoce algunos textos de las Escrituras y también sabe algunos himnos.

El calvinista diría que es un “hermano reformado”, apoyándose en el hecho que 1) abraza las doctrinas de la gracia, 2) debate muy bien contra los arminianos, venciéndolos y llegando hasta ofenderlos, 3) estudia a los teólogos reformados en un bar mientras bebe cerveza y fuma unos cuantos cigarros; otras razones es que tiene barba como los reformadores, tatuajes con frases reformadas y otras cosas reformadas.

No debemos extrañarnos si dentro de una década escuchamos hablar de “marihuana reformada”; o “pornografía reformada” digo esto con temor, ya que creo que ningún reformado de hace unos años atrás hubiese podido pensar en que hoy existirían los “tatuajes reformados” ni en la posibilidad de un “rap reformado”; pero eso es lo que tenemos hoy en día.

Apreciado lector, yo no creo nada de esto que vengo escribiendo, sino que es una ilustración de lo que vinimos viviendo en nuestros días, y este artículo es un pequeño aporte para la celebración de los 500 años de la Reforma Protestante, lo digo para meditar en la senda en que se encuentra “parada” esta “neo-reforma”.

¿Por qué escribir acerca de esto?

Bueno, yo me he visto movido a hacerlo porque en nuestros días se ha borrado deliberadamente  la línea que separa a la iglesia del mundo (y esto se hace desde púlpitos dizque “reformados”). Y uno de los argumentos predilectos de quienes viven este estilo de reforma, y además lo promueven de una manera sutil; aunque otras son muy intencionadamente, es usando el pecado de los santos de la Biblia, o los pecados de los hermanos de la fe del pasado.

¿Cuántas veces hemos escuchado a un evangélico justificando su impotencia espiritual para vencer al pecado, mencionar el adulterio de David con Betsabé y el asesinato de Urías, el marido de ella? Sabemos que estos hechos ocurrieron y Dios vio por conveniente escribirlos en Su Santa Palabra, pero no creo que la intención del Santo Señor haya sido para que justifiquemos nuestros propios pecados.

Yo creo lo que dice la Biblia:

Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? (Mt 7:16)

Y el fruto que veo en la persona de la foto, según la Palabra de Dios, no es un fruto de la luz, sino que es un fruto de la oscuridad y de las tinieblas. Y eso es lo que yo - como padre, creyente y pastor – le respondería a mi hijo: “hijo mío, tal hombre es un pobre pecador que necesita a Cristo el Redentor”

Spurgeon y los cigarros y las bebidas alcohólicas

Yo no voy a hablar del pecado de David como el “ejemplo” para algunos adúlteros; voy a hablar de Spurgeon y los cigarros que fumaba y las bebidas alcohólicas que él bebía. ¿No ha notado usted que cuando a los neo-reformados se les habla del cigarro y del alcohol como pecados, ellos inmediatamente responden: “Spurgeon fumaba y bebía”?, ¡y abracadabra, son sin pecado!

Hay dos preguntas que deben responderse cuando se habla de este tema, que por lo general es para “bajar” a Spurgeon al llano de aquellos que defienden la imperfección del creyente, pero en realidad lo que hacen es usarlo como un opio que adormezca sus conciencias. La primera pregunta es 1) ¿Por qué lo hizo?; y, 2) ¿Por qué dejó de hacerlo?

Si usted no conoce las respuestas a estas dos preguntas, entonces puede ser fácilmente engatusado en las tretas de aquellos “reformados” quienes viven en esos vicios del fumar y de la bebida.

Pienso que la única forma de responder a esas preguntas es yendo a la historia, más precisamente a la biografía de Charles Haddon Spurgeon.

¿Por qué lo hizo?

Lo primero que usted tiene que entender es que lo que SE CREÍA en los tiempos de Spurgeon no es lo mismo que SE SABE hoy. Se lo voy a demostrar con un ejemplo muy sencillo y casi-actual

Hace pocos años atrás SE CREÍA que un niño gordito era un niño saludable; hoy SE SABE que tal niño, es muy posible que sufra de una enfermedad llamada obesidad ¿Es cierto lo que digo? Y esto no es de hace mucho tiempo ¿verdad? – Si vemos las fotografías de Spurgeon, podemos decir que él, SIN SABERLO, sufría de un cuadro de obesidad.

Con esto en nuestras mentes, quisiera hacer una traducción de unos fragmentos del libro “Spurgeon: A New Biography” escrito por Arnold Dallimore

Esta imagen de Spurgeon como un hombre de una santidad inusual, es del todo cierta. Por lo tanto, la declaración que vamos a hacer ahora parecerá como inconsistente para muchos. Sin embargo, también es cierto y debemos hacerlo. Es que Spurgeon fumaba cigarros y bebía bebidas alcohólicas.
 No sabemos desde cuando comenzó a fumar, pero en el tiempo de Spurgeon se creía que la práctica de fumar era beneficiosa para la salud de uno mismo. Robert Hall, el famoso predicador de la Iglesia Bautista de la calle San Andrés, en Cambridge, había recibido órdenes de su médico para que comience a fumar, y ya que Spurgeon vivió en Cambridge y asistió a aquella iglesia en su adolescencia, fue sin lugar a dudas familiar con este evento. Además no había ningún remordimiento acerca de esta práctica en la mente de muchos ministros en la Iglesia de Inglaterra, en la Iglesia de Escocia y en las Iglesias de Francia y Holanda.
 Durante una considerable parte de su vida, Spurgeon también bebió bebidas alcohólicas.
 En sus días era difícil de obtener agua potable, y para evitar la contaminación, la mayoría de personas usaban cerveza en sus comidas. Esto había sido una costumbre humana desde tiempos inmemoriales, y no cabe ninguna duda que él la conoció desde que era un niño en los hogares de su abuelo y su padre y que él creció acostumbrado a esta práctica.
 A su vez, no había estado mucho tiempo en Londres cuando lo encontramos usando bebidas como cerveza, vino y brandy, aunque en cantidades muy moderadas. Y esta práctica, como la de fumar, no intentó en ningún modo negar ni ocultar.

En los días de Spurgeon SE CREÍA que fumar era beneficioso para la salud del hombre; hoy SE SABE que es la mayor causa de muerte por cáncer en el cuerpo humano. En los tiempos de Spurgeon SE SABÍA que el agua que había no era potable, en nuestros días SE CREE que Spurgeon era un “bebedor social”

¿Por qué dejó de hacerlo?

En la década de los 1880, la salud de Spurgeon comenzó a decaer severamente, y después de haber justificado su habito de fumar diciendo que los médicos lo recomendaban para tener una buena salud, se dio cuenta que fumar cigarros hacia mucho daño a su salud y dejó de hacerlo.

Exhortación

No debemos olvidar que nuestra guía de fe y de práctica es la Palabra de Dios. Dios no pone en la Biblia el pecado de los santos para que nosotros nos consolemos en ellos, mucho menos para que los imitemos.

Nosotros SABEMOS que el cigarro y el alcohol hacen mucho daño al cuerpo de cualquier ser humano; por lo que, como creyentes debemos recordar este versículo de la Sagrada Escritura:

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es. (1Co 3:16-17) 


Así que, la próxima vez que usted quiera hablar de Spurgeon y los cigarros, sea honesto y cuente la historia completa, no sea que usted se convierta en una piedra de tropiezo para cualquiera de los pequeñitos del Señor; ya sabe usted el final de ellos.