Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y
vinieron a Ramá para ver a Samuel, y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y
tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que
nos juzgue, como tienen todas las naciones. Pero no agradó a Samuel esta
palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. Y dijo
Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te
han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre
ellos. (1Sa 8:4-7)
Esta es una enseñanza acerca de una doctrina muy importante,
que no podremos cubrirla en su totalidad, pero que tiene el propósito de
recordar que Cristo es la Cabeza de la Iglesia y recordar también las
implicancias doctrinales y prácticas de este enunciado.
La doctrina de la iglesia es una doctrina de suma
importancia, vivimos días en que aun personas que dicen que son confesionales,
que afirman nuestra Confesión de Londres de 1689 pero en realidad no la
entienden, nunca la han leído ni la han estudiado, pero se presentan como
personas “Confesionales”; y digo esto porque cuando llega el momento en que los
principios de la Escritura, que son recogidos temáticamente en nuestra Confesión,
son completamente olvidados.
La iglesia no es un organismo donde no vayan a surgir
problemas, la iglesia va a tener problemas: problemas doctrinales, problemas en
la disciplina, problemas en la conducta de los miembros; pero todos esos
problemas deben ser resueltos según el Consejo del Señor traído a nosotros por
medio de la Biblia.
Cristo es la Cabeza de la Iglesia; los pastores no lo son,
las ovejas no son la cabeza de la iglesia, los movimientos para-eclesiásticos
no son la cabeza de la iglesia.
Hace poco en Perú se presentó una crisis política por la
cual el viaje del presidente Kuczynski podía suspenderse si es que la mayoría
del Congreso de la República, quienes son los representantes del pueblo
escogidos democráticamente, no lo aprobaba por una votación en mayoría.
Por otro lado, también observamos otra crisis política en
Venezuela, donde su presidente ha asumido el control absoluto, de tal forma que
se afirma que la democracia ya no existe en aquella nación.
De igual forma, casi todos sabemos la manera en que una
empresa privada es dirigida, para establecer sus metas, sus políticas, etc., y
es por medio de la junta de accionistas quienes deben votar democrática y
abiertamente (según la sabiduría y conocimiento de cada uno de ellos) para los
diferentes asuntos relacionados con la vida de su empresa, tales como escoger o
remover a un gerente (o representante), entre otras cosas; en todo caso, lo que
la mayoría vote, es lo que se debe hacer.
Lamentablemente, estos modelos de “democracia”, y en algunos
casos de “autocracia”, son llevados a la vida práctica de una iglesia
cristiana, donde se ha llegado a creer que los miembros de la iglesia, (que
pueden ser comparados con los congresistas de un estado, o con los accionistas
de una empresa), pueden y deben votar democráticamente en todo los asuntos
relacionados con la iglesia de Cristo; en nuestro ejemplo también podemos
igualar esta “falta de democracia” cuando el pastor asume una identidad de
“gobernante dictador” para todos los asuntos de la iglesia de Cristo, una
especie de autocracia.
Quisiera que comencemos haciendo las definiciones de ciertas
palabras que, lamentablemente, se han convertido en la forma de gobierno en la
Iglesia del Señor:
La iglesia no es una democracia,
porque esta palabra se define como.- la soberanía y gobierno expresado por lo
que una mayoría escoja o deje de escoger; lo que manda la mayoría se tiene como
autoritativo – La iglesia no es una democracia.
La iglesia no es una autocracia
donde una sola persona humana gobierna sin someterse a ningún tipo de
limitación y con las facultades de promulgar y modificar leyes a su voluntad –
La iglesia no es una autocracia.
La iglesia no es una aristocracia,
donde el poder descansa sobre un grupo de determinadas personas por encima de
otras; es decir, el gobierno basado en el poder económico de algunos, o sobre la
intelectualidad de otros – La iglesia no es una aristocracia.
La iglesia no es una eclesiocracia,
donde un grupo determinado de sacerdotes o laicos son los soberanos quienes
toman las decisiones en los asuntos de la iglesia – La iglesia no es una
eclesiocracia.
¿Cuántos de estos modelos de gobierno encontramos en muchas
iglesias locales de nuestros días?; pienso que en muchas de ellas, y lo digo
con mucha tristeza; porque son muchas las que han destronado a Cristo de Su
trono, no con sus credos declarados –no con sus palabras, sino en la vida práctica,
de tal forma que algunas de ellas tienen en la práctica un gobierno democrático,
otras un gobierno autocrático, otras un gobierno aristocrático y
otras son una eclesiocracia.
Como digo, tal vez uno mismo no reconozca uno de estos
modelos de gobierno en su doctrina, pero lo son en la práctica.
La iglesia es una teocracia,
esta es una palabra que hemos escuchado tal vez en una lectura o en una
conversación, y ella no se encuentra como tal en las Sagradas Escrituras, pero
el concepto existe en ellas.
Cuando decimos la palabra “teocracia” pensamos
inmediatamente en el significado de esa palabra por medio de dividirla: “Teo”
significa “Dios” y “krateo” que significa “gobierno”; es decir, una teocracia
significa el gobierno de Dios, el cual si lo aplicamos a la iglesia local,
decimos que Dios (Cristo) es quien gobierna la iglesia.
¿Es verdad esto en su iglesia local?
¿Es cierto que es Cristo quien gobierna en todos los asuntos
de fe y práctica por medio de Su Palabra, la Biblia?
¿Se toman todas las decisiones en la iglesia local aplicando
los mandamientos y principios de la Palabra de Dios?
La definición de la palabra “teocracia”, que ya hemos dicho
no se encuentra en la Biblia como tal, este término apareció por primera vez
cuando el historiador judío Flavio Josefo escribe contra Apión; la
Enciclopedia Rialp dice de ello:
«violentando el idioma», dice él
mismo, para distinguir el régimen político-religioso judío de los otros
coetáneos (monarquía, oligarquía, democracia, etc., conforme a la clasificación
típica de Platón, Aristóteles, Polibio, Cicerón, etc.; V. GOBIERNO III).
«Nuestro legislador -añade- no se fijó en ninguno de esos sistemas de gobierno
sino que... instituyó la teocracia, situando en Dios el poder y la fuerza»
La Escritura del Antiguo Testamento nos enseña que,
en esta forma de gobierno teocrático, se coloca a Dios como el que gobierna a
su pueblo hebreo, por medio de Su siervo Moisés, en primer lugar:
Y de allí me declararé a ti, y
hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que
están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de
Israel. (Éxodo 25:22)
Dios gobernaba sobre Su pueblo hebreo, dándoles a ellos la Palabra
de Sus mandamientos por medio de Moisés; quien fuera un profeta, pero no un
rey.
La iglesia debería llamarse más precisamente como una “Cristocracia”: el gobierno de Cristo
sobre su iglesia, dándoles a Su pueblo, Su Palabra y mandamientos por medio de Sus
pastores. Aquí hablamos de pastores llamados y ordenados al ministerio de
una manera bíblica.
Cristo es la Cabeza
de la Iglesia, y ésta es una declaración bíblica:
porque el marido es cabeza de la
mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es
su Salvador. (Efesios 5:23) y él es la cabeza del cuerpo que
es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos,
para que en todo tenga la preeminencia; (Colosenses 1:18)
En 1 de Corintios 12, la Palabra de Dios habla de un cuerpo
humano, como una analogía de una iglesia local: habla de una mano, de un ojo,
de una oreja; y en ese sentido, nos habla de una forma ilustrativa de iglesias
locales, ya que es imposible aplicar este ejemplo a una iglesia universal, o a
un conjunto de iglesias regionales, aquí se nos habla de una iglesia local
donde hay un cuerpo unido a una cabeza, quien es Cristo, el Único quien tiene autoridad,
poder y control sobre el cuerpo; como repito: la iglesia local.
Y aquí es donde nosotros encontramos una importante
enseñanza: “un cuerpo que está separado de la cabeza, en lo natural, es un
cadáver que está en estado de putrefacción”; lo mismo aplica para el plano
espiritual: la asociación de un grupo de personas que no se encuentren
unidas a Cristo: no es una iglesia Nuevo Testamentaria. Ya lo dije antes:
“la iglesia es una congregación de personas, pero no toda congregación de
personas es una iglesia”
La Cabeza y el cuerpo, es una ilustración que nos instruye
acerca de la sujeción y dependencia de la iglesia a Cristo como Cabeza.
Pero alguno puede decir: “nosotros estamos funcionando como
una iglesia: tenemos servicios, tenemos servicio de oración, tenemos santa
cena, evangelizamos, etc.”; pero estimado, todo eso no significa que tal grupo
de personas sean una iglesia. Acuérdese de este pasaje:
Muchos me dirán en aquel día:
Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera
demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les
declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. (Mat 7:22-23)
Aquí está hablando de un grupo de personas que hacían muchas
cosas en el nombre de la religión, como un cuerpo que aparentemente estaba
vivo, pero que en realidad estaba muerto Como puede ser eso?
Yo pensaba en una analogía en lo natural: en lo físico
también se puede observar que hay algunos cuerpos que pueden moverse aun cuando
ya no tienen cabeza. Por ejemplo un pollo, usted le corta la cabeza y lo suelta
¿Qué va a pasar?, va a pasar que el pollo – estando prácticamente muerto - puede
seguir caminando y corriendo sin cabeza (por un tiempo) como si estuviera vivo,
pero en realidad es un ser que ya está muerto:
Yo conozco tus obras, que tienes
nombre de que vives, y estás muerto (Apocalipsis 3:1)
Lo que quiero decir, es que algunas veces, y de forma
imperceptible, aparecen “cabezas artificiales” en la iglesia
local, las cuales se han colocado sobre una congregación, quitándole a Cristo
su autoridad, poder y control.
Un primer ejemplo lo vemos en el papa romano, a este
individuo se le llama “la cabeza de la iglesia”, seguido de sus obispos,
cardenales, etc. tal vez podemos decir que ello no ocurre en las iglesias
evangélicas, pero creo que deberíamos de meditar un poco más seriamente en
esto, antes de afirmarlo.
Quisiera poner un ejemplo en este punto, por medio de una
sencilla pregunta: ¿Quién gobierna Inglaterra? ¿La reina? ¿O el parlamento?;
creo que usted ya sabe la respuesta a esta pregunta: La reina es una reina que
no gobierna. Ahora quiero llevar esto a sus mentes con la siguiente
explicación: me ha tocado estar en reuniones donde pastores, diáconos, líderes
y hermanos, se han reunido para resolver diferentes problemas de la iglesia: ¿Qué
es lo que se hace en esas reuniones? al inicio de la reunión hacen una oración
para pedir la dirección de Dios en los asuntos que se van a tratar, para luego
dejar de lado la Biblia y usar sus débiles mentes, y su pobre sabiduría humana,
para resolver los problemas de aquella iglesia local. Al final de la reunión,
donde no se abrió la Biblia en ningún momento, se procede a la “votación
democrática” Dígame usted ¿No convierte esto a Cristo en un Rey que no
gobierna? ¿Acaso esto no le quita a Cristo su autoridad, poder y control sobre
Su iglesia? ¿No pone esto a la “directiva eclesiástica” o al “concilio
pastoral” como la cabeza de una iglesia local?
Cualquier reunión donde no se abra la Escritura, se le dice
al Señor: "Usted se calla la boca, y nosotros somos los que vamos a decidir aquí”
¿Cuántas veces hemos visto que los problemas de la iglesia se resuelven con la
Biblia cerrada?
Y esto que he referido, lo he visto en algunos casos, y en
otros he sabido que se practica en iglesias Bautistas Independientes. El
resultado ya se puede prever cuando el hombre le quita a Cristo Su lugar como
Cabeza de la iglesia local; y la solución no está en una pluralidad de
pastores, ya que ellos mismos se pueden convertir en “las cabezas artificiales”
de cualquier iglesia local. Seguramente que ellos pueden pensar que lo que
deciden “es lo mejor para la iglesia de Cristo”; pero ponerse como la cabeza de
la iglesia local, y tomar decisiones fuera de lo que el Señor dice por medio de
Su Palabra, es pecado.
Los pastores no son la cabeza de la iglesia.
Hay pastores que se convierten en los dictadores de la
iglesia local. Aquí hay que detenerse un momento para pensar lo siguiente:
¿Quién es un dictador? Según el DRAE es “una persona que se arroga (se
atribuye) o recibe todos los poderes políticos extraordinarios y los ejerce sin
limitación jurídica… y que abusa de su autoridad o trata con dureza a los
demás”
Hay que tener cuidado aquí, tal vez un pastor que esta
contendiendo por la fe, puede ser tomado como alguien que trata con dureza a
los demás; hay que saber hacer distinciones según la Biblia. Por ejemplo Pedro
reprendiendo a Simón el Mago: “Tú no tienes parte ni suerte…” ¿Es duro, no?; o
cuando el apóstol Pablo dice a la iglesia: “Quitad, pues, a ese perverso de
entre vosotros” ¿Es duro, no?; sin embargo, ellos no estaban actuando como
dictadores.
Un pastor que es un dictador, es alguien quien crea sus
propias leyes; un pastor dictador se reconoce porque abandona la Palabra de
Dios, o la interpreta de manera distinta o privada; ellos las imponen y llegan
al castigo contra los que no se sujetan a sus ordenanzas personales. Aquí
podemos recordar a Diótrefes:
Yo he escrito a la iglesia; pero
Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por
esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras
malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los
hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la
iglesia. (3 Juan 1:9-10)
William Hendriksen tiene el siguiente comentario acerca de
Diótrefes:
Es un líder en la iglesia local y
usa su posición de liderazgo para su provecho egoísta. Juan escribe que a
Diótrefes “le gusta ser el primero”. En vez de servir a la iglesia, esta
persona orgullosa es egoísta y se niega a reconocer una autoridad superior. Él
mismo quiere gobernar la iglesia. En consecuencia, Diótrefes rechaza la
supremacía apostólica de Juan.
Tristemente, hay muchos quienes en su maldad deliberada han
propagado una enseñanza falsa acerca del verdadero carácter de un “Diótrefes” en
la iglesia local, expandiendo un argumento por el cual afirman que “todo
creyente que practica la separación primaria o secundaria, es un Diótrefes”; sin
embargo, la Biblia no enseña eso, sino que enseña claramente que obedecer ese
mandamiento de la separación primaria y secundaria, es la muestra del amor que
un creyente ofrece a Cristo: “si me amáis, guardareis mis mandamientos”
Un pastor es un “Diótrefes” cuando destrona a Cristo como la
cabeza de la iglesia local, ocultando, torciendo y enseñando mal la Palabra de
Dios; un “Diotrefes” tiene el espíritu del diablo “quien quiso poner su trono
por encima del trono de Dios”; es decir, poner sus leyes personales por encima
de las leyes dadas por Dios.
Cristo es la Cabeza de la iglesia, los pastores no lo son.
Los pastores debemos tener mucho cuidado de nosotros en
cuanto a este tema que es muy fundamental, recordando cada uno “no tener más
alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura,
conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Ro 12:3); considerando
la actitud de Gedeón, quien supo ocupar el lugar que le correspondía en medio
de una victoria, y respondió de esta forma al pueblo que lo presionaba para que
sea “el rey de ellos”:
Mas Gedeón respondió: No seré
señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: Jehová señoreará sobre vosotros.
(Jueces 8:23)
Cristo es la Cabeza de la iglesia, los pastores no lo somos.
Cuando se presentan circunstancias y problemas dentro de la
iglesia local, nosotros tenemos el ejemplo de las Escrituras que nos enseñan
que, los hombres designados por Dios para el ministerio, siempre van a buscar
la voluntad de Cristo en cuanto a todos los asuntos de la iglesia.
Pero en nuestros días, cuando se presentan momentos en los
que se necesitan resolver problemas de la iglesia local, ¡cuántas veces hemos
escuchado frases como las siguientes!: “¿Qué piensa usted, hermano?, ¿qué cree
usted que debemos hacer en este asunto?; en su experiencia como pastor ¿Cómo
debemos manejar esta situación?; pastor ¿Cuál es su opinión en todo esto que
sucede?” Yo tengo esta pregunta: ¿El hermano o el pastor son los que tienen que
decir cómo se debe resolver tal o cual problema?
¿Cómo actuaba la iglesia del Nuevo Testamento en los asuntos
relacionados con ella misma? Quisiera traer el ejemplo, entre muchos, de la
elección del sucesor de Judas el traidor, que se registra en el libro de los
Hechos:
Y orando, dijeron: Tú, Señor,
que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has
escogido, (Hechos 1:24)
Aquí los apóstoles no se pusieron ellos mismos como
“Cabezas” de la iglesia del Señor ¡Ellos buscaron la dirección de Dios! La
Escritura no dice que Pedro se levantó y comenzó a preguntar: “Juan, ¿Cuál te
gusta como sucesor de Judas el traidor?”; o “Mateo, ¿cuál crees tú que puede
desarrollarse mejor en el puesto de apóstol?”; o “hermanos, hagamos una
“votación democrática” y escojamos nosotros al sucesor”; ¡Absolutamente no!; mi
pregunta es ¿sigue la iglesia de Cristo el mismo ejemplo de Sus apóstoles? Los
apóstoles no eran la cabeza de la iglesia, Cristo lo es.
Sin embargo en nuestros días, esta regla no se aplica para
la elección de los pastores para una iglesia local; la iglesia no pide dirección
a Dios para saber si aquel candidato es el escogido por el Señor; sino que
aparecen las palabras humanas: “yo creo que tal hermano debería ser el
pastor…”; “a mí me parece…”, “a mí me gustaría que tal hermano…”; ¡cuántas
veces hemos caído en este error!
Otra forma en que la iglesia ha “votado democráticamente”
para destituir a Cristo como Cabeza de Su iglesia, es la elección de los “predicadores
referentes” para que la iglesia local sea dirigida. Este es un fenómeno que
es muy recurrente en nuestros días, en que la piedad y la santidad verdadera se
tienen como despreciables, pues ellas no dejarán que la iglesia “pueda crecer”
en el número deseable. Esta forma de decapitar a la iglesia de Cristo y poner
otra “cabeza artificial” para dirigir los destinos en doctrina y práctica, se
consigue con el consentimiento democrático de los miembros de una iglesia; en
algunos casos estos “referentes” son presentados por los mismos pastores de la
iglesia local, quienes consideran y promueven al “pastor famoso referente” y
sus enseñanzas, como “si se consultase la mismísima Palabra de Dios” Pero esta
actitud no es nueva, no hay nada nuevo debajo del sol; observe por usted mismo
este versículo:
Y el consejo que daba Ahitofel
en aquellos días, era como si se consultase la palabra de Dios. Así era todo
consejo de Ahitofel, tanto con David como con Absalón. (2 Samuel 16:23)
Las opiniones de Ahitofel eran consideradas como si Dios
mismo hubiese sido consultado por medio del “pectoral del juicio Urim y Tumim”
(Ex 28:30); es decir, la infalible Palabra de Dios había sido reemplazada por
la insegura palabra del hombre; más aun, por la palabra de un hombre cuyo
testimonio final demostró que ni siquiera fue un creyente verdadero:
Pero Ahitofel, viendo que no se
había seguido su consejo, enalbardó su asno, y se levantó y se fue a su casa a
su ciudad; y después de poner su casa en orden, se ahorcó, y así murió, y fue
sepultado en el sepulcro de su padre. (2 Samuel 17:23)
Tal vez un ejemplo emblemático de nuestros días, en que la
iglesia ha seguido el consejo del hombre que contradice la Palabra de Dios, lo
encontramos en el tristemente célebre “triaje teológico”, aceptado sin ningún
esfuerzo, pero defendido ardientemente, por los pastores y las ovejas de
nuestros días.
Cuando Cristo fue preguntado acerca del más grande
mandamiento, Él respondió citando los primeros cuatro mandamientos de la Ley
Moral de Dios:
Jesús le dijo: Amarás al Señor
tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. (Mateo
22:37)
Matthew Henry comenta diciendo:
Un intérprete de la ley preguntó
algo a nuestro Señor para probar no tanto su conocimiento como su juicio. El
amor de Dios es el primer y gran mandamiento, y el resumen de todos los
mandamientos de la primera tabla.
Es decir, el primer gran mandamiento para Dios incluye una adoración
regulada por Su Palabra, así como guardar el día del Señor según la forma en
que Dios mismo instruye en las Sagradas Escrituras ¡Esas serian doctrinas de
primer nivel, de acuerdo a lo que Cristo – la Cabeza de la Iglesia – dice!;
pero ahora se nos ha dicho de que tales mandamientos no son de primer nivel,
sino de niveles más bajos, de tal forma que ellos no estorben una comunión
física entre las iglesias ¿A costa de qué? A costa de quitar mandamientos que
son primeros para Cristo y reemplazándolos por mandamientos que son primeros
para los hombres; es decir, aquello que para Dios es primero, el hombre lo ha
llevado a un rango inferior, invalidando el mandamiento ¿No es esto quitar a Cristo
como la Cabeza de la iglesia y poner al hombre en su lugar? ¡Claro que sí!
Les decía también: Bien
invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. (Marcos 7:9)
Sin embargo, y hay que decirlo con mucha tristeza, hay
oficiales y miembros de iglesias locales que han tomado decisiones basados en
el “voto democrático” que han terminado causando mucho daño al Cuerpo del
Señor, un daño espiritual imperceptible hoy, que terminará menoscabando la
causa de Cristo. He escuchado esta justificación: “Esto estaba decretado por
Dios” ¡por supuesto que todo está en el decreto de Dios, absolutamente todas
nuestras decisiones! pero no todas nuestras decisiones son aprobadas por Dios.
Así es como hay pastores que decapitan a la iglesia, quitándole
su Cabeza que es Cristo.
El hecho que un pastor no sea bien apreciado dentro de una
iglesia local (o fuera de ella), no significa que el tal sea un mal pastor, la
Biblia es la que juzga si el tal tiene una actuación bíblica, si aquel ministro
ejerce un ministerio bíblico. Por eso es que el voto de las personas no debe
tener importancia en estos asuntos de refrendar un ministerio y un ministro.
En los tiempos de declive espiritual, el pescado comienza a
descomponerse por la cabeza; es decir, las iglesias comienzan el declive desde
los pastores. Un triste ejemplo de esto es el que encontramos en unas de las
publicaciones de la “Controversia del Declive” de los días de Spurgeon, quien
en Marzo de 1887 escribió exponiendo a pastores quienes eran ortodoxos en sus
opiniones pero que también fueron laxos e infieles al presentar a ministros
herejes en sus púlpitos, ya sean como sus propios asistentes o como
predicadores invitados:
De esta forma fueron introducidas
las herejías arrianas y socinianas en las congregaciones Presbiterianas de la
ciudad de Exeter. El reverendo Stephen Towgood y el Sr. Walron, ministros de
aquella iglesia, tenían reputación de ortodoxos; pero el reverendo Micaiah
Towgood, un arriano declarado, fue escogido como el asistente de ellos. Los
viejos ministros tuvieron que cesar de requerir una declaración de fe en la
divinidad de Cristo en aquellos quienes se acercaban a la mesa del Señor. Estos
hombres viejos, continuaron su labor en paz con aquel joven “ministro” y su
levadura sociniana.
¿Usted puede imaginar a un pastor ortodoxo, reformado, teniendo
como pastor asistente a un sociniano, o a un arriano?
¿No es así en nuestros días?
¿No se nos llama a ser tolerantes y dejar de lado doctrinas
que no son esenciales? Hoy día se promueven a hombres que, influenciados por la
mal llamada ciencia, niegan la creación en seis días literales; se colocan como
referentes para las iglesias a hombres quienes convocan una unidad entre los
redimidos del Señor con los seguidores del papa anticristo ¿No es eso
ecumenismo?; se nos anima a no oponernos a quienes promueven una adoración
mundana (contemporánea) al Dios Santo; a no defender la Ley Moral de Dios
(especialmente el Cuarto Mandamiento); se nos llama a no contender contra
quienes enseñan oraciones contemplativas místicas, de los católicos romanos y
anti escriturales; se le presenta a la iglesia como predicadores de sana
doctrina a aquellos “predicadores famosos” quienes niegan que Cristo sea el
Único Camino al Padre ¡Hay videos que lo demuestran!; ¿Y qué dice la iglesia de
hoy a “las cabezas artificiales”(sus pastores) quienes de forma disimulada – o
abierta – los conducen por ese camino?
En nuestros días, como en los de Spurgeon, ya no se requiere
una confesión de fe en aquellas doctrinas.
Entiendo que este tema es mucho más profundo de lo que hasta
ahora vengo exponiendo, pero quisiera hacer un corto resumen de esta parte
diciéndoles: Cristo es la Cabeza de la iglesia, y ello excluye un “voto
democrático” de pastores o miembros, para tratar los asuntos relacionados con
el desarrollo moral de la misma. Cristo es la cabeza de la iglesia, los
creyentes más piadosos del mundo no lo son. Debemos sujetarnos y depender del
Señor en cuanto a los asuntos relacionados con la salud y el bienestar de la
iglesia, de lo contrario, nos convertiremos en instrumentos que pueden traer
desgracia y destrucción a los creyentes; pero sobretodo, seremos instrumentos
del menoscabo del evangelio y sus doctrinas.
Finalmente quisiera traer a esta enseñanza el aspecto
negativo del “voto democrático” guiado por las pasiones carnales y diferentes
concupiscencias.
¿Qué pasa cuando un pastor se planta firme en cuanto al
cumplimiento del mandamiento divino establecido en las Escrituras e
interpretado según la interpretación ortodoxa e histórica?, ¿Qué pasa con ese
pastor?; los pastores estamos llamados a actuar con justicia exponiendo y
aplicando la Palabra del Señor, sin importar sentimientos o relaciones humanas;
un pastor será juzgado por cada decisión no tomada conforme a las Escrituras. ¡Y
esto debe hacernos temblar!
El papel del pastor no es fácil; algunos creen que es ir al
seminario, aprendo un poco de teología ¡y ya soy pastor!; eso es mentira.
Cuando un pastor se mantiene firme en cuanto al cumplimiento
del mandamiento divino establecido en las Escrituras y revalidado según la
interpretación ortodoxa e histórica, dicho pastor no se ha convertido en la
cabeza de la iglesia, ni en un dictador, sino que representa a la Cabeza que es
Cristo en el gobierno de la iglesia del Cordero. Está demás decir que un pastor
que actúe afirmado en los principios bíblicos, tendrá muchos problemas en el
ejercicio de su oficio pastoral, algunas “ovejas” hasta tratarán de
crucificarlo. ¡Sí, cuando un pastor es firme aparecerán ovejas que querrán destruirlo!
Esta es una verdad de todos los tiempos, incluyendo en
nuestros días. Los pastores que aplican en la iglesia los mandamientos y
principios enseñados por el Señor en Su Palabra, serán despreciados;
especialmente cuando se trata de asuntos disciplinarios, cuando es necesaria la
expulsión de los miembros que “en sus propios ojos son limpios y piadosos” y
aunque existen mucho de eso en nuestros días: el descrédito, la calumnia y la
infamia aparecerán contra el pastor cuya conducta es aplicar lo que la Palabra
de Dios enseña, voy a compartir el siguiente ejemplo de la historia.
¿Sabía usted que Jonathan Edwards fue expulsado como pastor de
su iglesia en Northampton por la mayoría de los miembros que la conformaban?
¿Qué fue lo que hizo que se llegue a ese final?
Esto ocurrió en el año 1750, cuando el pastor Edwards
impidió que pasen la cena del Señor muchos miembros que no daban evidencia en
sus vidas que la gracia salvífica había llegado a ellos; es decir, tales
personas tenían características de vida impías por las cuales, según la Palabra
de Dios, no debían ser admitidos en la comunión de la cena del Señor.
El pastor Jonathan Edwards le dijo a ese grupo mayoritario
de hombres y mujeres: “ustedes no me van a pasar la cena del Señor” ¡tremendo ¿no?!
Si nosotros tuviéramos pastores como Jonathan Edwards en nuestros días, que se
pare firme entre la mesa del Señor y la congregación y diga: fulano no pasa,
sutano no pasa, este grupo no pasa la cena del Señor ¿Qué creen ustedes que pasaría
con ese pastor?
Es evidente que esta actitud de Edwards despertó el odio de
ellos porque fue un hecho público, esas personas a quienes él impidió que pasen
la cena ¡le aborrecieron!; los tales eran miembros quienes no veían en ellos
mismos las marcas del pecado, las tinieblas y la impiedad en sus vidas.
¿Fue bíblica la actitud del pastor Jonathan Edwards, de no
dejar pasar la cena a hombres en cuyas vidas no era evidente la gracia de la salvación?
¡Por supuesto que fue bíblica! Entonces, ¿Por qué tenía que someterse este
asunto a una votación? ¿Por qué?
Pues este asunto fue tratado en una “votación democrática” por
la membrecía de aquella iglesia local, y en esa membrecía estaban aquellos a
quienes Edwards no dejó pasar la cena del Señor. En aquella “votación democrática”
solamente el 10% de los miembros respaldó al pastor Edwards y un 90% estuvo en
desacuerdo con él; el resultado de dicha votación fue que el gran teólogo y
pastor fuese expulsado de aquella iglesia donde había servido fielmente,
durante 20 años, a la causa de Cristo.
¿Era la voluntad de Dios que el pastor Edwards fuera
despedido de aquella iglesia?
¿Fue considerada la Palabra de Dios, con tiempos de oración
y ayuno, durante este proceso de controversia y censura?
En esta controversia, fue aplicado el dicho que reza de la
siguiente manera: “el enemigo de mi enemigo, es mi amigo” Jonathan Edwards se
hizo el enemigo de cada uno de ellos, que por una razón pecaminosa u otra, no
se les permitió la comunión con Cristo en la cena del Señor.
“El pastor Edwards estaba en las manos de una iglesia
airada”, una iglesia que había dejado de lado la Palabra de Dios para seguir
sus propios deseos y pasiones, pero se encontraron con un pastor que no estaba
dispuesto a “seguirles la corriente” y que prefirió la expulsión antes que
tener comunión con aquellos quienes estaban dentro de la iglesia visible, pero
no eran parte de la iglesia invisible de Cristo.
Esto sucede cuando la iglesia tiene una membrecía no
regenerada en su mayoría, y es el tema para nuestro siguiente estudio.
Cristo es la Cabeza de la iglesia, y ello excluye un “voto
democrático” de pastores o miembros, para tratar los asuntos relacionados con
el desarrollo moral de la misma.
Este tema es mucho más amplio, y pienso que hasta ahora ha
quedado establecido que los pastores no son la cabeza de la iglesia cristiana;
y aunque los Bautistas practicamos un gobierno congregacional, esto no
significa que la iglesia local es una sociedad democrática; esto debe tenerse
presente.
Cristo es la Cabeza de la iglesia, es nuestra Cabeza y
debemos regirnos por lo que Él ha establecido por Su Palabra escrita, según la
sana interpretación ortodoxa e histórica de la misma.
Cristo es el Salvador y el Señor de Su iglesia,
rechazarlo como Señor es también rechazarlo como Salvador.