martes, 13 de enero de 2015

Cisternas Rotas (Parte 1)



Nunca hemos sido una nación cristiana en el sentido de que la mayoría han estado en una unión vital con Cristo. Pero hemos sido una nación marcada por la justicia nacional, y esa fue nuestra exaltación. “La justicia engrandece a la nación” Y así de poderosa fue la influencia directa del evangelio a través de los avivamientos, tan extendida… la influencia directa del evangelio sobre nuestra vida nacional, que fue verdad de nosotros como nación. La justicia engrandeció esta nación.

Pero ahora nuestro pecado es un oprobio para nosotros – no sólo nuestro pecado de una degeneración moral podrida, sino nuestro pecado de una horrible apostasía religiosa. ¿Cómo se ha manifestado tal apostasía? Jeremías 2:11, 13 “¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque ellos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha… Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”

… Permítame señalar algunas de esas cisternas rotas que constituyen la evidencia innegable de nuestro pecado nacional de apostasía en la esfera de la realidad religiosa.

Humanismo Decadente

¿Por qué se han convertido los experimentos con animales, por decirlo así, en los dictados en cuanto a la naturaleza del hombre, y los patrones de conducta que se esperan del hombre? A causa de la maldición de este humanismo malvado y decadente es que se dice: “La mente del hombre es la medida de toda realidad, él puede descubrir quién es él, por qué está aquí, lo que es correcto, lo que está mal, lo que es aceptable o inaceptable, sin tener que recurrir a lo sobrenatural: todo está dentro de él mismo”

Liberalismo Religioso

No estoy hablando del liberalismo político, sino… del liberalismo religioso… de las llamadas iglesias cristianas… que mantienen el nombre y las formas y los rituales del cristianismo – y que han rechazado todo lo que es distintivamente cristiano según la Biblia. Ha habido un rechazo de la infalibilidad y la inerrancia de este bendito Libro… está visto como el falible, el plagado de errores, el relato patético del desarrollo del hombre cambiando su conciencia religiosa. Ya no hay una visión del hombre en la que él es esencial y fundamentalmente malvado, caído desde Adán, cada hombre o mujer, niño o niña, concebido en pecado, nacido con una tendencia positiva hacia el mal.

El liberalismo ha desechado una Biblia infalible, ha desechado un hombre depravado, ha desechado un Salvador sobrenatural, ha desechado el corazón del evangelio, el cual es una sustitución penal… Lo trágico es, querido pueblo – y puede que nunca lo olvide – que millones en nuestra nación cada domingo son puestos a dormir y arrullados en el regazo del engaño hasta que ellos aterrizan en el infierno debido a la cisterna rota de un liberalismo engañoso.

Evangelicalismo Débil

Finalmente, nos hemos vuelto a la Cisterna Rota de un evangelicalismo débil, centrado en el hombre, que agrada a la carne, que se ajusta a la moda, un evangelicalismo de auto-adulación. Está marcado por una profesión de adherencia a una Biblia infalible, a un Salvador sobrenatural, con el hombre como pecador en necesidad de una gracia sobrenatural, pero el mensaje que es predicado y el ambiente en el cual es predicado niega aquella profesión… ¿Quiénes son los predicadores populares de nuestros días? Los predicadores del evangelio de la salud, la riqueza y la prosperidad.

… la Escritura dice que hay un tiempo para reír y hay un tiempo para llorar, pero este evangelicalismo no tiene lugar para el llanto. De hecho, se vive con el temor morboso de que no debe darse la más mínima impresión al mundo que el cristianismo no es otra cosa que “feliz, feliz, feliz, todo el tiempo”. Su mensaje carece de una trompeta que llame a un arrepentimiento profundo y completo…

… carece de un llamado a un discipulado radical… páginas enteras de nuestras mejores revistas evangélicas [son] dadas al culto del materialismo. No hay ningún llamado al discipulado radical con auto-negación, con una entrada agonizante, cortando la mano derecha y arrancándose el ojo derecho.


Estos fueron algunos extractos de una serie de mensajes sobre “La Palabra de Dios para nuestra nación” predicado en la década de los 1980 por el pastor Albert N. Martin.

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