jueves, 13 de enero de 2011

COMO LA DOCTRINA DEL LIBRE ALBEDRIO DESTRUYE LAS DOCTRINAS DE LA INERRANCIA Y LA VERACIDAD DE LA PALABRA DE DIOS

La doctrina del “Libre Albedrio” (llamada libertad libre o el concepto que el hombre es autónomo) es perniciosa—sutilmente perniciosa. Esta asegura que el hombre, no Dios, es soberano. Afirma que Dios no tiene el control final sobre Su creación. Finalmente afirma que el Creador del universo es impotente.

El Dr. Lewis S. Chafer acertadamente señala:

“… la equivocada exaltación de la habilidad humana en el principio, se vuelve en una desgracia efectiva del hombre al final.”

Cuando los hombres falibles se consideran a sí mismos soberanos, ellos participan de la idolatría de la que habla Romanos 1:21-23. Con hombres falibles en el asiento de la llamada soberanía, incertidumbres teóricas son de tal modo introducidas—incertidumbres respecto al resultado sobre el destino de las criaturas, así como incertidumbres respecto a todo el proceso de la Revelación Divina, inspiración, iluminación e interpretación.

Ambos, la Autoridad y la Veracidad de la Palabra de Dios descansan sobre Su inerrancia. Sin la capacidad de Dios de asegurar la inerrancia, sin la capacidad de Dios de anular la falibilidad de los hombres, nada—absolutamente nada—es ciertamente seguro.

Si los hombres tiene libre albedrio, entonces aquel libre albedrio permite que errores puedan ser introducidos en cualquier punto de la cadena Divina mencionada arriba. Y si los errores pueden presentarse en cualquier punto, entonces todo el proceso se viene abajo, y su valor y valía son sin efecto.

En su presentación de “libertad compatible”, el Dr. Bruce A. Ware explica:

Como cristianos evangélicos, creemos que toda la Escritura—todas sus palabras, estructura gramática, arreglos sintácticos—es inspirada (exhalada) por Dios mismo. Pablo dice que “Toda Escritura es inspirada (exhalada) por Dios” (2 Ti 3:16). La Escritura es completamente la Palabra de Dios, cada palabra incluida en ella es exactamente lo que Dios quiso decir. (Parentesis añadido – El griego dice “exhalada”)

Pero nosotros también sostenemos, como evangélicos, que seres humanos escribieron la Biblia. La Biblia no descendió del cielo, no fue dictada por Dios a secretarios humanos. En lugar de eso, como Pedro lo pone, “hombres de Dios hablaron” ellos escribieron cada letra, narración y relatos históricos que ellos solicita y cuidadosamente escogieron escribir. Así, la Escritura es simultáneamente la Palabra de Dios y la palabra de hombres. Cada palabra está exactamente como Dios quiso escribirla, y sin embargo cada palabra fue escrita por hombres quienes escogieron escribir como ellos querían.

Ahora, dada esta doctrina de la inspiración Divina de las Escrituras, uno debe preguntarse si la libertad por la cual los autores de las Escrituras escribieron fue libertad libre. Si fue así, para cada palabra que ellos escribieron, ellos pudieron haber escrito diferente, y Dios hubiese sido incapaz de controlar las elecciones que ellos hicieron. Vamos a decir solamente, por el bien del argumento, que aunque Dios no podía controlar lo que ellos escribieron, no obstante acabó sucediendo que cada una de las palabras que ellos escogieron escribir ¡fue exactamente lo que Dios quería que ellos escribieran! Increíble, para estar seguro, pero vamos a suponer que eso fue lo que sucedió. Pero si éste ha sido el caso ¿Podríamos nosotros decir correctamente que la Escritura es el producto de la inspiración de Dios? ¿No seria mejor tener que decir que la Escritura es totalmente de hombres, pero que Dios es muy, muy suertudo en la medida en que lo que se vio después era exactamente como El quería que sea? Pero si aquello fue así, la Escritura en realidad no seria inspirada por Dios, aunque ella declare exactamente lo que El quiere.

Pero vamos a pensar sólo un momento más si pudiere ser éste el caso, aunque Dios no podía controlar lo que ellos escribieron, los autores de la Biblia sin embargo, escribieron lo que Dios quería. El problema con este punto de vista es que es difícil creer hasta el punto de quiebre. Solamente considere cuantas palabras están en la Biblia, y cuantas opciones para otras palabras pudieron haber sido disponibles para los escritores de la Biblia. Considere las diversas opciones gramaticales, y los diferentes arreglos sintácticos que estos escritores pudieron haber utilizado. ¿Es siquiera razonable pensar que estos hombres, sin control de Dios sobre lo que ellos realmente escribieron, han hecho cada selección de palabras, gramática y sintaxis de tal forma que la Biblia escrita fue exactamente la que Dios quería? Claramente, esto desafía cualquier base razonable para creer.

Pero si los escritores de la Escritura tuvieron, en lugar de ello, libertad compatible (la libertad de inclinación) entonces la inspiración divina de la Escritura tiene sentido. La gran declaración de Pedro en 2 P 1:20b-21 es esta: “que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (énfasis añadido). Como los “hombres de Dios hablaron” ellos fueron movidos por el Espíritu Santo para desear escribir exactamente lo que ellos escribieron. Este es tanto el caso que Pedro pone en claro “nunca la profecía fue traída por voluntad humana”. En última instancia, lo que cuenta para la Biblia que nosotros tenemos, no es el deseo de los humanos para escribirla; en lugar de eso “hombres de Dios hablaron”, así que como Dios los movió a ellos a escribirla, ellos escribieron exactamente como Dios quería que fuese escrita. Ellos escribieron como ellos querían (la libertad de inclinación) y ellos escribieron exactamente como Dios quería (Control Soberano de Dios).

La “libertad libre” falla para explicar la inspiración Divina de la Biblia, donde la “libertad compatible” tiene éxito.

El Dr. Ware explica: la “libertad libre”, como comúnmente es llamada, postula que en el mismo momento de la elección, nosotros somos libres en hacer tal elección si (y solamente si) al escoger lo que hacemos, nosotros hubiésemos podido escoger diferente. Así, nosotros somos libres de escoger “A” si, en el momento de esta elección, nosotros pudiésemos no escoger “A”, sino “B”. Y si este no es el caso, entonces nosotros no somos genuinamente libres. Por lo tanto, ellos (los religiosos humanistas) afirman, nosotros debemos comenzar con la “verdad” no-negociable (realmente ilusión satánica y mentira) acerca de la vida humana que sostiene 1) que nosotros somos libres, y 2) que nuestra libertad es libre—no sea que no seamos del todo libres [seamos “marionetas”]
p. 63 (comentario en corchetes añadidos)

Todo el tiempo, la historia de la iglesia ha probado que esto es cierto. El Dr. Kenneth Good explica:

Aquel Arminianismo crea el clima por el cual el “liberalismo” puede florecer y reproducirse a sí mismo, es un simple hecho de la historia. Cuando los principios arminianos son desarrollados filosóficamente, la razón y la voluntad del hombre son desproporcionalmente enfatizados y elevados. Esto ha producido el “racionalismo” el cual es padre del modernismo.

El desarrollo del pensamiento arminiano en conceptos filosóficos ha afectado profundamente el mundo occidental. La filosofía produce un liberalismo el cual ha renunciado al Evangelio Bíblico e histórico. Para llenar este vacio, fue inventado el llamado “evangelio social”, y el “evangelio social” se ha convertido en el mensaje evangelístico del modernismo. Esta prole del arminianismo puso al cristianismo europeo y americano bajo una tormenta, y así se convirtieron en parte integral de la gran controversia modernista-fundamentalista.

Traducido por Guillermo de Lama de la pagina web www.withchrist.org/veracity

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