jueves, 24 de noviembre de 2011

Negociando la Santidad por el favor del Mundo

El título de la entrada describe claramente la actitud de muchos profesantes de la fe cristiana que buscan la aceptación del mundo y su corriente. Sin embargo, creo que también nos recordará el poder de la santidad y sus consecuencias en este mundo caído, así como las bendiciones espirituales concedidas desde el Trono de Dios. Este es un fragmento de “La Completa Armadura del Cristiano” escrito por William Gurnall en el año 1,665 y traducido al español por Guillermo de Lama.

Cuando perdemos el amor del hombre nosotros ganamos la bendición de Dios. “Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de mí (Mateo 5:11) La providencia de Dios es un techo perfecto sobre nuestras cabezas para defendernos de la tormenta de la ira del hombre. Pero es una historia diferente cuando un santo es sorprendido en pecado y da la oportunidad a los impíos de hablar mal de él. El hombre insulta y Dios frunce el ceño. Su Palabra no abre Su refugio para esconderte del asalto de las lenguas que insultan. Pero cuando el impío te aborrece por tu santidad, Dios está obligado por promesa a pagarte amor por el odio de ellos, y bendecirte por sus maldiciones. ¿Podremos alguna vez quejarnos por la falta de respeto de los hombres, cuando la obediencia y la santidad nos llevan a un lugar más alto en el favor del Rey? Cuando perdemos el amor del mundo, ganamos Su reverencia y amor.

Las personas que no te aman por que eres santo puede que no te ayuden pero te respetan y temen por la misma razón. Pero cada vez que tú cedes un poco de santidad para ganar el falso amor de los pecadores, pierdes el respeto que tenían secretamente en sus conciencias por tu vida. Como Sansón, un caminar cristiano en el poder de la santidad, es grandemente temido por el impío; pero si el pecado expone un espíritu impotente, él es capturado y cae bajo el azote de la lengua y desprecio de sus corazones.

La pobreza y una clase social baja no pueden hacer de usted alguien despreciable, siempre y cuando usted mantenga la coraza de justicia. La majestad puede reinar en un corazón santo aun cuando esté vestido en andrajos. Por ejemplo, la justicia de David obligó la reverencia de Saúl, y el rey rindió homenaje a su persona desterrada: “Él lloró, y dijo a David: Más justo eres tú que yo” (Samuel 24:16,17). Y así es como debe de ser, los hombres carnales deben admitir que ellos están vencidos por las vidas santas de los redimidos. Y esto sucederá a medida que los santos se comporten de la manera distintiva y singular a la que han sido llamados por Dios, haciendo cosas que aun el mejor de nuestros vecinos incrédulos no pueden hacer.

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