lunes, 1 de mayo de 2017

¡Esparciendo flores sobre un cadáver!


Por Thomas Watson – “Las Bienaventuranzas”

Bienaventurados los puros del corazón, porque ellos a Dios verán. (Mat 5:8) – Versión Jünemann

La Moralidad Externa no es pureza de corazón. Una persona puede estar vestida de grandes virtudes morales como la justicia, la caridad, la prudencia y la templanza – y sin embargo ir para el infierno.

No debemos descansar en una mera moralidad externa.
Un puerco puede ser bañado, y continuar siendo un puerco.
La Moralidad baña a un hombre, la Gracia lo cambia.
La Moralidad puede brillar a los ojos del mundo, pero es tan diferente de la pureza como un pedrusco es diferente de un diamante.

¡La Moralidad es tan solo esparcir flores sobre un cadáver!

¡Un hombre que es muy moral, es tan solo un diablo domesticado!

¡Cuantos han hecho de la moralidad su “salvador”!
La Moralidad los condenará, así como el vicio condena.
Un barco puede hundirse con oro, así como con estiércol.

La persona moral, aunque no cometerá pecados asquerosos; sin embargo no será sensible a los pecados del corazón. Él no está preocupado por la incredulidad, la dureza del corazón, los pensamientos vanos. Él aborrece los pecados asquerosos, no los pecados que el evangelio expone.

¡La serpiente tiene una apariencia muy hermosa, pero tiene un aguijón mortal! De la misma manera, el moralista es aparentemente recto, pero tiene una antipatía secreta en contra de los caminos santos de Dios.

No se debe descansar en la moralidad, el corazón debe ser puro.
Dios quería que Aarón lavara las partes internas del sacrificio (Levíticos 9:14)
La moralidad solo lava lo externo, lo interno debe ser lavado.

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