sábado, 14 de octubre de 2017

Cristo es la Cabeza de la Iglesia; los movimientos para-eclesiásticos no lo son


Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mat 28:18-20)

¿A quién, o a quienes, le ha dado el Señor la “Gran Comisión”?

El pasaje que hemos leído corresponde al que es conocido como “La Gran Comisión”; y para no perder de vista nuestro punto principal en esta serie acerca de “Cristo: Cabeza de la Iglesia”, quisiera que observemos lo siguiente:

En él reconocemos el mandamiento de Cristo para que se cumplan las siguientes órdenes: 1) hacer discípulos a todas las naciones, 2) bautizar a tales discípulos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; y, 3) enseñar a tales discípulos que guarden todas las cosas que Cristo ha enseñado, y nos enseña, por medio de Su Palabra escrita, la Biblia.

Esta “Gran Comisión” de hacer discípulos, bautizar y enseñar, la encontramos en otros pasajes paralelos en las Sagradas Escrituras:
y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; 47y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. 48Y vosotros sois testigos de estas cosas. 49He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto. (Lc 24:46-49)
pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. (Hch 1:8)
Y ahora yo quisiera ir directamente a nuestras conciencias por medio de la siguiente pregunta: ¿A quién, o a quienes, le ha dado el Señor la “Gran Comisión”? La única respuesta en la iglesia de antaño es que “La Gran Comisión” es una orden que Cristo le ha dado a la Iglesia Local”; pero en nuestros días creo que muchos dudarían de esta “única respuesta” y más bien establecerían una respuesta nueva: “La Gran Comisión ha sido encargada por Cristo TANTO A LA IGLESIA LOCAL COMO A LA PARA-IGLESIA”

Definiendo una organización para-eclesiástica

Para comenzar, hay que hacer una definición de lo que es una organización “para-eclesiástica” la misma que puede definirse como: una organización que intenta servir al lado de la iglesia cristiana para asistirla en ciertas actividades

Ejemplos de movimientos para-eclesiásticos son The Gospel Coalition, Together for the Gospel, Desiring God, 9Marks; y, PromiseKeepers, etc. Pienso que el propósito inicial de estas organizaciones fue el de ayudar a la iglesia capacitándola para “predicar el evangelio a toda criatura”, pero vemos que ellas se han salido de este objetivo y ahora vienen abarcando mas de esa tarea, trayendo toda clase de enseñanza por medio de la internet a muchas ovejas y pastores alrededor del mundo, como si fuera un púlpito mundial y virtual, o una cátedra en la web para la enseñanza de doctrinas bíblicas.

Aunque existen estas organizaciones en la vida real, debemos de preguntarnos: La existencia de ellas ¿está apoyada por las Sagradas Escrituras?; preguntado de otra manera ¿Existen esta clase de movimientos en las páginas de la Biblia?

Es importante para nosotros, más allá de los sentimientos, recurrir a las Escrituras para responder estas preguntas importantes. Mucho más en nuestros días, cuando vemos que existe una cobertura mundial de estos movimientos para-eclesiásticos los cuales tienen una gran influencia sobre millones de creyentes y miles de miles de pastores de iglesias locales; es decir, estas instituciones creadas por seres humanos y que no tienen ningún sustento escritural, son los que vienen “marcando la pauta” en asuntos de fe y de practica en la iglesia de Cristo.

A muchos hermanos sinceros les parece que estas organizaciones son una bendición que Cristo ha traído para Su iglesia; pero debemos preguntar lo siguiente antes de continuar, y responder a la luz de la Palabra de Dios:

1    * ¿Tienen esas para-iglesias campañas evangelísticas para alcanzar a los perdidos?
* ¿Son ellos quienes deben bautizar a los que creen?
* ¿son ellos quienes deben catequizar a los que han recibido la verdad?

Sabemos que la Palabra de Dios tiene una respuesta para cada una de estas tres preguntas; y es la misma en todos los casos: ¡No!

Estos movimientos no tienen campañas evangelísticas para llevar el evangelio a toda criatura ¡Estas organizaciones no tienen membrecía eclesiástica!; Cristo no les ha dado a estas organizaciones potestad para que ellos bauticen a los que creen; y, finalmente, ellos no son mandados por el Señor para catequizar a quienes han recibido la verdad. Esto es muy fácil de demostrar por medio de la Biblia.

Sin embargo, como ya he mencionado, estas instituciones creadas por seres humanos y que no tienen ningún sustento escritural, son los que vienen “marcando la pauta” en asuntos de fe y de practica en la iglesia de Cristo; es decir, se han convertido en la Cabeza de diferentes iglesias locales.

¿Qué dice la Biblia acerca de la iglesia local y de los movimientos para eclesiásticos?

En el libro de Efesios capitulo 5 encontramos dos versículos que nos hablan de la relación de Cristo con Su iglesia local: 1) el versículo 25 dice que Cristo murió por la iglesia, no por la para-iglesia; y, 2) el versículo 23 nos enseña de una forma clara que Cristo es la Cabeza de la iglesia, no de la para-iglesia; y estos dos argumentos son irrefutables y deben ser aceptados por la claridad y el peso de las mismas Escrituras en cuanto a estas declaraciones.

Si nosotros escudriñamos más profundamente las enseñanzas de la Biblia en cuanto al papel de la iglesia local, y del pastor de dicha iglesia local; tendríamos que reconocer lo anti-escritural que son estas organizaciones.

Por ejemplo, según las Sagradas Escrituras ¿A quienes ha establecido Cristo “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”? (Efesios 4:11) La Escritura dice que el Señor constituyó pastores y maestros en las iglesias locales para tal objetivo espiritual, ¡no habla de ninguna organización para-eclesiástica para que lo haga!; sin embargo, hay que reconocerlo, muchos pastores les han cedido esa tarea a dichos movimientos de los que la Biblia no nos dice nada.

Sumado a estos pasajes, vemos que hay una responsabilidad dada por el Señor a cada pastor, de cada iglesia local, para la protección del rebaño por medio de preservar la pureza doctrinal en la iglesia local; para lo cual requiere marcar y apartarse de aquellos quienes causan tropiezo contra las doctrinas que han sido enseñadas desde la antigüedad.
Como te rogué que te quedases en Efeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, 4ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora. (1 Timoteo 1:3-4)
Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. (Tito 2:1)
Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, 12enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, 13aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, 14quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. 15Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie. (Tito 2:11-15)
¿Qué pasa cuando los maestros famosos que pertenecen a la organización para-eclesiástica enseñan diferente doctrina?

¿Cómo proceder cuando la doctrina de los tales alienta a la impiedad, a los vicios, a los deseos mundanos, al ecumenismo?; ¿Qué debería hacer en esos casos el pastor de la iglesia local llamado por Cristo al ministerio?

A tanta presión de las multitudes que siguen al movimiento para-eclesiástico de manera incondicional, la excusa para no ser el objeto de un linchamiento espiritual ha sido citar un versículo de la Biblia fuera de su contexto: “examinadlo todo y retened lo bueno” (1Ts 5:21); es decir, mantener a dichos ministros como “referentes” para los asuntos de doctrina y práctica de la iglesia local SEPARANDO DE LAS PREDICACIONES DE ELLOS “la enseñanza falsa” de “la enseñanza sana”, desechando la primera y afirmando la segunda en nuestras vidas espirituales. Pero la Biblia no sigue ese principio humanista, ella nos enseña la manera cómo un creyente debe tratar a aquellos quienes enseñan error:
Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, 4está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, 5disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales. (1 Timoteo 6:3-5)
Se ha llegado a creer que la fama y la popularidad son sinónimo de “sana doctrina”; ¡“no todo el mundo puede estar equivocado”!; ¡debe ser verdad lo que se enseña!

Pienso que una pregunta que ayuda a descubrir el concepto de “SANA DOCTRINA” de un creyente de nuestros días, es la siguiente: ¿Cuál ha sido la fuente para construir tu “sana doctrina”?  ¿La Biblia, o el internet?; otra pregunta todavía más interesante es la que sigue: ¿Cómo sabes que “tu sana doctrina” es verdaderamente “sana doctrina?

Los falsos testigos de Jehová dicen que ellos tienen la “sana doctrina”, los unicitarios dicen que ellos tienen la “sana doctrina”; los adventistas dicen que ellos tienen la “sana doctrina”; los del falso evangelio de la prosperidad dicen que ellos tienen la “sana doctrina”; los que promueven el consumo moderado de alcohol y de cigarros dicen que ellos tienen la “sana doctrina”; los que adoran al Dios Santo de una manera mundana dicen que ellos tienen la “sana doctrina”; y así podemos mencionar a toda clase de denominación y práctica.

En realidad, vivimos en los días en que casi nadie sabe lo que es la sana doctrina; donde muchos han hecho una religión el asistir unos minutos del domingo a un local, cantar algunas canciones religiosas, escuchar una explicación de un pasaje de la Biblia que no inquiete ni ofenda, pasar un rato junto con otros que tienen el mismo interés religioso tolerante, tal vez salir luego a repartir algún tratado que aliente a otros a unirse a aquella forma de religión, y luego ir a casa para preparase a vivir una nueva semana.

En nuestros días, hemos podido observar la forma en que estas organizaciones para-eclesiásticas han traído a las iglesias locales doctrinas y prácticas contrarias a la Palabra de Dios, tales como: “el cristiano homosexual”; “artículos que exponen al papa romano como un líder prominente en la cristiandad”;  “llamados en videos para fomentar una unidad entre evangélicos y católicos romanos para luchar en objetivos comunes”; “adoración mundana”; pero lo que llama la atención no son estas acciones que van contra la clara enseñanza de las Escrituras, sino que, lo que más asombra, es la alegría (y la indiferencia, en algunos casos) con que los pastores y las ovejas de las iglesias locales reciben esta nueva ortodoxia.

El llamado a la defensa de los principios de la Palabra de Dios, simplemente ha sido esterilizado por estos movimientos, quienes muy sagazmente han enseñado al pueblo del Señor a desobedecer el mandamiento de “contender ardientemente por la fe” bajo la teoría del “triage doctrinal y la tolerancia”; como sea, la iglesia ha cedido su posición de ser “la columna y el sostén de la verdad” para pasar a ser una institución que “respeta todas las posiciones doctrinales de todos”

¿Está capacitada la iglesia local para cumplir con los deberes que el Señor le ha encomendado?

Las razones que justifican la existencia de las organizaciones para-eclesiásticas no se encuentran en las Sagradas Escrituras; sino que se encuentran en una serie de afirmaciones que podemos resumir en las siguientes:

1    *   Para hacer lo que la iglesia local no puede hacer.
2    *  Para hacer bien lo que la iglesia local hace mal.
3    *   Para adoctrinar a los pastores y los miembros de las iglesias locales.
4    *   Para establecer una nueva manera de hacer las tareas espirituales más efectivas.

Las Escrituras hablan de la iglesia donde se compara con un cuerpo que tiene una cabeza, quien es Cristo. Una iglesia local tiene diferentes miembros que realizan diferentes funciones según el don espiritual que les haya sido dado; en ese sentido, una iglesia “funciona” porque es el poder del Espíritu Santo el que mueve todos los miembros humanos, de tal forma que ella pueda cumplir los deberes que Cristo le ha encomendado en la “Gran Comisión” y en otras tareas dadas a los pastores y maestros como: “el de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”? (Efesios 4:11)

Cristo es la Cabeza de aquel cuerpo llamado “iglesia local”; los movimientos para-eclesiásticos no lo son. Y hay que mencionar que, así como en lo natural se ve como una monstruosidad un cuerpo con dos cabezas, de la misma forma, una iglesia local que tenga a Cristo como Cabeza y a las organizaciones para-eclesiásticas como otra cabeza es espiritualmente monstruoso y anti-bíblico.

Tal vez el problema de la iglesia local que no puede hacer lo que el Señor le ordena, debe ser abordado desde otro ángulo, no sea que se trate de hacer pasar por “iglesia local” aquella comunidad de personas que no lo son. Y aquí es preciso desglosar algunos pensamientos.

El primero de ellos debe ser acerca del hombre que es llamado a ser pastor. En nuestros días existen muchas formas de alcanzar el oficio bíblico de pastor, sin seguir los procesos que las Escrituras establecen. Por ejemplo, existen organizaciones que por USD 50 le otorgan un certificado de ordenación al ministerio pastoral y se lo envían por correo. También hay de aquellos quienes no pertenecen a ninguna iglesia local, ellos están solos, estudiando solos, aprendiendo solos y luego buscan a alguien quien reafirme la doctrina aprendida por medio de “una ordenación pastoral” luego de la cual ellos aún permanecen sin iglesia sobre la cual gobernar conforme a la Palabra de Dios y, en el último caso, se hacen “pastores de internet” o “pastores de Whatsapp”.

El segundo problema es el de una comunidad de personas que se reúnen por motivos religiosos cristianos, pero donde no hay repartición de dones espirituales.
Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. (1 Corintios 12:7)
Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere. (1 Corintios 12:11)
La ausencia de dones espirituales dentro de una comunidad de personas es como un cuerpo muerto donde la mano no cumplirá su función porque el cuerpo está muerto, el pie tampoco hará lo que le toca hacer por el mismo motivo de falta de vida. En nuestros días, existe una inclinación por el estudio de la doctrina bíblica, al parecer con el propósito de “hacerse maestros ellos mismos” ¿Es difícil aprender doctrina? Aprenderla no es difícil, pero la aplicación a la vida propia es lo que marca la diferencia entre un aprendiz y otro, y esa diferencia la hace el Espíritu Santo de Dios.

Entonces, una iglesia bíblica cumplirá los deberes que Cristo ha encomendado a la iglesia local, comenzando por la “Gran Comisión”, hasta el equipamiento de la grey de Dios para toda buena obra.

Si la iglesia local fuera verdaderamente constituida sobre la base de las Escrituras, ella no fallaría, ni se rehusaría a obedecer al Señor; y no serian necesarias las organizaciones creadas por los hombres. Pero la obra de Dios de Dios debe ser realizada según la manera en que Dios mismo lo ha establecido en las Sagradas Escrituras: un fin aparentemente bueno, no justifica usar medios no-bíblicos.

Las debilidades de las organizaciones para-eclesiásticas

Quisiera que las veamos en un orden bíblico:

1    *   No existe una base bíblica para su existencia.
2    *   Quita del servicio total a iglesia local, a sus pastores y miembros.
3    *   Desvían para sus arcas los diezmos y ofrendas que deben llegar a las iglesias locales.
4    *   Enseñan a diluir las doctrinas del evangelio para conseguir más adeptos.
5    *   Tienen un espíritu interdenominacional que llega hasta el ecumenismo.

Todas estas debilidades afectan el buen desempeño de una iglesia local del Señor, ellas merman su funcionamiento espiritual para cumplir los deberes mandados por Cristo. Sin embargo,

¿Quién ha designado a la para-iglesia como los referentes en cuanto a fe y practica bíblica en la iglesia local? La Biblia no lo hace, entonces debemos decir, bajo la autoridad de las Sagradas Escrituras, que los fundadores de aquellos movimientos se han auto-designado como los referentes para la vida de una iglesia local, usando sus propios puntos de vista heterodoxos (o en desacuerdo) en determinadas doctrinas como los dones espirituales, la adoración, el bautismo, el Día del Señor, etc.

La Biblia no llama a las organizaciones para-eclesiásticas para servir junto con la iglesia local; sin embargo, muchos pastores de iglesias locales han llamado a estos hombres famosos y heterodoxos, como sus pastores referentes. Cristo y Su Palabra, son filtrados según estas organizaciones no-bíblicas desean hacerlo, y curiosamente, el primer paso para ello es destruir, mutilar, callar o modificar las confesiones ortodoxas del pasado, como por ejemplo la Confesión de Londres de 1689, alejando a la iglesia local de las gloriosas sendas antiguas en las que las iglesias locales caminaban, para establecer una nueva manera de “reforma” amigable con el mundo y sin ser estricta en cuanto a sus propias convicciones escriturales, dando paso a una tolerancia que conduce a la suplantación en la mente de los creyentes “arrancando la interpretación gramatical histórica, para plantar una que sea condescendiente con todas las denominaciones”

Cristo es la Cabeza de la Iglesia, no los movimientos para-eclesiasticos

Estamos en el mes de la celebración de los 500 años de la Reforma Protestante de Lutero, y seguramente escucharemos muchas series de predicaciones acerca de las “Solas de la Reforma”; una de ellas es “Sola Scriptura” la cual establece que es la Biblia nuestra única fuente en los asuntos de fe y práctica en la iglesia que el Señor compró por medio de Su sangre.

Siempre me ha sorprendido ver la manera en que algunos defienden esta “sola” en contra de lo que sostiene la iglesia católica-romana, la cual afirma que es la Biblia + la tradición, la regla de fe para la iglesia; ellos han aumentado “algo” a la Biblia, y eso es ofensivo para algunos quienes también han caído en el mismo error de adicionar un ingrediente diferente a la Escritura, quitando de esta forma a Cristo como la Cabeza de Su iglesia.

A veces creo que la razón por la que los pastores de las iglesias locales aprueban y promueven estas organizaciones no-escriturales, es un deseo de “engancharse” con el famoso para buscar la fama y la fortuna en el ámbito cristiano; si esto es así, bajo la autoridad de las Escrituras debemos decir que tales obreros no han sido llamados por Cristo al ministerio de pastor. En este punto es conveniente citar a Spurgeon, cuando trata el tema del llamamiento al ministerio y escribe:

Debemos comprobar si somos capaces de soportar la intimidación, la lasitud, la calumnia, la burla y las penalidades, y si podemos convertirnos en la escoria del mundo y que se nos trate como nada por causa de Cristo. Si somos capaces de soportar todo esto, contamos con algunos de esos aspectos que indican que poseemos las raras cualidades que debería reunir un verdadero siervo del Señor Jesucristo.


Para terminar quisiera recordarles que Cristo es la Cabeza de la Iglesia, y que las iglesias Nuevotestamentarias de todo el mundo, deben obedecer a Cristo, y solamente a Él, de manera incondicional; y que esa es la marca obligatoria de una iglesia local bíblica.

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