jueves, 31 de octubre de 2013

¿Cuál es la herencia de la Reforma Protestante para nosotros?

Anoche en nuestra reunión de oración hicimos una meditación breve acerca de la “Reforma Protestante” cuyo día es recordado cada 31 de Octubre, ya que en aquella fecha Martin Lutero clavó sus 95 tesis en las puertas de la iglesia del palacio de Wittenberg, Alemania, en el año de 1517.

Aunque en las iglesias donde yo congregué en el pasado nunca fue celebrado un servicio especial por tal acontecimiento histórico, no faltaron las enseñanzas relacionadas con la reforma protestante; así como una exposición de las biografías de los hombres que fueron utilizados por Dios para tales propósitos. Fue de esta manera que hemos llegado a conocer de hombres como John Wycliffe (1328-1384) y John Huss (1370-1415), entre muchos otros, quienes en su tiempo no consiguieron la victoria de la misma manera que Dios se la concedió a Lutero, pero que nos dejan una enseñanza en cuanto a sus caracteres y convicciones. Precisamente sobre este asunto hice énfasis anoche cuando compartí sobre este tema: El carácter valiente de los Reformadores, más allá del resultado que Dios concede.

Un pasaje que viene a mi corazón, describe precisamente esta historia de hombres valerosos que confrontaron a un sistema fuertemente instituido y que además tenía el poder para quitarles la vida: “Esfuérzate, y mostrémonos valientes por amor a nuestro pueblo y por amor a las ciudades de nuestro Dios; y que el SEÑOR haga lo que le parezca bien” (2Sa 10:12) – “mostrémonos valientes y que el Señor haga lo que le parezca bien”

Yo tengo 50 años de edad y cuando tuve 20 me tocó servir a mi país en el ejército, y cuando yo escuchaba acerca de la vida de Huss y de Wycliffe, recordaba a muchos héroes de mi país. Una de las cosas que relacionaba en mi mente eran los discursos que los generales daban a la tropa acerca de la necesidad de imitar el valor de aquellos hombres que dieron sus vidas por la patria, más allá de los resultados en las batallas, algunas en victoria y otras no. No era sorprendente ver inscritas en las puertas del cuartel por donde los pelotones debían salir para combatir lemas como “Señor concédeme la victoria y el regreso. Pero si has de concederme uno sólo, que sea la victoria” La mente del soldado estaba convencida de una sola cosa, y era esta: “La única forma honorable de morir que tiene un hombre, es morir por su patria” La conciencia del soldado estaba cautiva de esa frase, estaba convencida de ella y el soldado se movía valientemente en esa dirección. Las convicciones intelectuales eran parte de su vida personal y militar.

Martin Lutero responde ante quienes tenían el poder de condenarlo a muerte y que además lo presionaban fuertemente para retractarse de la verdad en que él había creído diciendo: “Mi conciencia está cautiva de la Palabra de Dios. Ni puedo ni quiero retractarme de nada, porque no es ni seguro ni honrado actuar en contra de la propia conciencia”

¿Tenía miedo Martin Lutero cuando pronunciaba estas palabras delante de sus potenciales verdugos? ¿Tiene miedo un soldado cuando sale a la guerra? ¡Claro que Lutero tenía miedo! ¡Por supuesto que un soldado tiene miedo cuando sale a la guerra! Solamente una persona con locura mental no tendría miedo cuando su propia vida está en peligro. Aun los apóstoles sintieron miedo cuando eran perseguidos por la clase religiosa judía. Ellos oraron de esta manera: “Ahora, Dios nuestro, mira cómo nos han amenazado. Ayúdanos a no tener miedo de hablar de ti ante nadie” (Hch 4:29 BLS)

¿Cuál es la herencia de la Reforma Protestante para nosotros?

Carlos Marx escribió lo siguiente: “un pueblo sin una herencia es fácilmente convencido (engañado)” Alguien escribió de esta frase diciendo que ésta es la marca distintiva en el cristianismo del siglo XXI ya que esta generación tiene acceso a la información como ninguna otra lo tuvo en el pasado, y sin embargo le importa poco o nada conocer cómo llegó hasta donde llegó, y quienes fueron los hombres que estuvieron al inicio, y durante, este camino.

¿Cuál es la herencia de la Reforma Protestante para nosotros? Creo que las respuestas inmediatas que llegan a nuestras mentes están entre estas posibilidades: ¡Hemos heredado las 5 solas!; ¡hemos heredado las doctrinas de la gracia!; y cualquier otra respuesta que seguramente estará relacionada a la doctrina y la teología las cuales se consideran como la herencia de los reformadores. No voy a negar esto como una definición parcial de lo que representa la herencia de los reformadores, pero pienso que esta herencia va mucho mas allá de doctrinas y teologías que muchas veces se convierten en frías y no van acompañadas de la piedad cristiana; y que en algunas ocasiones se convierten en los ídolos de quienes las profesan y el centro de su conversación diaria.

La herencia de la Reforma no es solamente un conjunto de bienes (tangibles o intangibles) que, al morir alguien, son transmisibles a sus herederos o a sus legatarios. El DRAE trae una definición adicional a la expresada y es ésta: Herencia es “El rasgo o rasgos morales, científicos, ideológicos, etc., que, habiendo caracterizado a alguien, continúan advirtiéndose en sus descendientes o continuadores” Esta definición no habla solamente de conceptos ideológicos que pueden ser transmitidos a las siguientes generaciones; sino que además habla de “rasgos morales”; es decir, habla de actitudes y del carácter de un hombre.

La herencia de la reforma protestante para nosotros es el carácter del hombre que habla la verdad de la Palabra de Dios, sin importar las consecuencias en su propia vida. La historia del cristianismo (incluida la reforma protestante) está llena de hombres que se caracterizaron por vencer el temor de hablar la verdad de Dios ante cualquier persona o grupos de personas.

La herencia de la reforma para nosotros es “una mente cautiva por la Palabra de Dios que no puede ni quiere retractarse de nada” La herencia de la reforma para nosotros es “una mente cautiva por la Palabra de Dios que sabe que no es ni seguro ni honrado actuar en contra de la propia conciencia” Martin Lutero sabía que si se retractaba de la verdad que Cristo había puesto en su conciencia no solamente pecaba contra Dios; sino que esa misma conciencia no le hubiese dejado dormir tranquilo jamás.

¿Es esa la herencia característica de los herederos de la reforma? Debo decir con mucho dolor que no es así con todos. En realidad podemos ver que muchos de nosotros “no tenemos nuestras conciencias cautivas de la Palabra de Dios”; pues si fuera así, estaría acompañándonos el valor para pronunciar y defender tal verdad. Aunque puede resultar esta conclusión fuera de lugar, existen evidencias que son verdaderas.

¿Cuántas veces hemos oído frases como las siguientes?:

“Yo sé que la enseñanza de aquel predicador atenta contra tal doctrina fundamental, pero no importa, yo seguiré apoyándolo” Otra expresión común: “sabemos que las prácticas de tal predicador son anti bíblicas, pero nosotros guardaremos silencio y solamente responderemos cuando se nos pregunte de manera directa por ellas” También escuchamos la expresión: “Dios nos manda que nos separemos de las falsas enseñanzas; pero del mismo modo nos manda a permanecer unidos”

Otra frase popular es “unidos en lo fundamental”; este enunciado no deja de ser tan dañino como los anteriores, ya que podemos preguntar: ¿Es la doctrina de la creación, una doctrina fundamental? ¿Es la doctrina de la suficiencia de las Escrituras, una doctrina fundamental? ¿Es la doctrina de la adoración eclesiástica, una doctrina fundamental? ¿Es la doctrina de la separación de los falsos hermanos, una doctrina fundamental? ¿Es la doctrina de la santidad del creyente, una doctrina fundamental?; y así muchas otras doctrinas que han salido del Corazón de Dios para Su iglesia.

¿Qué responderían Lutero, Calvino, los puritanos, Charles Spurgeon a las preguntas anteriores? ¿Cuál sería la actitud de un creyente que tiene su conciencia cautiva de la Palabra de Dios?

¿Cuál es la herencia de la Reforma Protestante para nosotros? Grandes doctrinas se desprendieron de esta reforma protestante, pero mantener los resultados de la reforma, requiere hoy de hombres con el mismo valor que tuvieron ayer los hombres que la iniciaron. La herencia de la reforma debe ser una herencia de carácter y valor personal para mantener toda la verdad de la Palabra de Dios.

Para terminar quisiera volver a citar este pasaje: “Esfuérzate, y mostrémonos valientes por amor a nuestro pueblo y por amor a las ciudades de nuestro Dios; y que el SEÑOR haga lo que le parezca bien” (2Sa 10:12) – “mostrémonos valientes y que el Señor haga lo que le parezca bien”

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