sábado, 17 de enero de 2015

El Evangelio y la cultura – Él condena todo en lo que nos deleitamos

Cuando John G. Paton estaba predicando el evangelio en la isla de Tana, hubo una oposición enorme – no por el mensaje mismo del evangelio sino por los cambios en el estilo de vida que el evangelio demanda. Paton creía que el cumplimiento de la Gran Comisión requiere que se les enseñe a los habitantes de la isla de Tana a obedecer en todo lo que Cristo demanda (Mt 28:20) Como él experimentó una oposición significativa de parte de los nativos de la isla, él describió el odio dirigido hacia los misioneros y las razones para tal odio.
 Le escribieron lo siguiente:
Hemos quitado todo lo que contenía su casa, y lo quitaríamos a usted si pudiéramos; porque nosotros odiamos la adoración, que causa todas nuestras enfermedades y muertes; ella va contra nuestras costumbres y condena las cosas en las que nosotros nos deleitamos.
Una señal que una iglesia necesita avivamiento es que ellas no están cambiando la cultura a su alrededor. Esta es en realidad la señal de una iglesia desobediente porque no hace un llamado al cambio cultural que la obediencia produce, porque el evangelio debe tener un efecto en todo – en el pensamiento, en el vivir, en el trabajo, en la música, en el entretenimiento… ¡en todo! El evangelio trae la ocasión para cambiar lo vil del mundo por el verdadero tesoro y la belleza verdadera.
 El Evangelio trae belleza para las cenizas. A menudo, sin embargo, hemos participado en estas cosas viles por tanto tiempo, que no vemos lo dañinas que son y cuan groseras comparadas con las cosas del Reino de Dios. Como resultado, los incrédulos de hecho odian lo que es bello y bueno y, en consecuencia, odian la adoración a Dios y todo lo que ella trae. John G. Paton, misionero a las Nuevas Hebridies a mediados del siglo 19 se encontró con esto en muchas maneras muy vívidas.

Escrito por Scott Brown

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